jueves, 2 de octubre de 2008

Adiós al Regimiento Mixto de Artillería número 91

Lunes 01 de septiembre de 2008

La unidad fue creada en 1957 y, cuando sea dada de baja de las Fuerzas Armadas el próximo 31 de diciembre, habrá cumplido cincuenta y un años
Cuartel de Son Busquets
GUILLERMO SOLER SUMMERS. PALMA. Nuevos conceptos de defensa y el avance de la tecnología bélica obligan al ministerio de Defensa a realizar drásticas reformas en sus estrategias y despliegues, por lo que, según se ha acordado, el 31 de diciembre del 2008 será el último día de existencia del Regimiento Mixto de Artillería número 91 (Ramix 91). Esta unidad de artillería creada en 1957 habrá cumplido 51 años cuando sea dada de baja de las Fuerzas Armadas españolas. Al crearse, heredó la larga tradición artillera de Mallorca, que se remonta oficialmente a la Compañía de Artilleros de la Universidad, fundada en 1529, la cual se refunde en la Compañía de Artilleros del Rey, constituida en 1576. Fue la unidad artillera más antigua de este arma en España.
Para la todavía importante familia artillera mallorquina, la próxima desaparición del Ramix 91 no será un hecho feliz. No hay que olvidar que la artillería ha sido para Mallorca durante seis siglos, hasta hace fechas recientes, su mejor seguro de vida ante posibles invasiones. La efectividad de su artillería, iniciada en la isla con la fabricación de las primeras piezas artilleras, del tipo bombarda, se puso de manifiesto en dos importantísimos y peligrosos intentos de desembarco en Mallorca, especialmente en Palma.

Intento de invasión

La primera intentona de invasión la protagonizaron los turcos a finales de junio de 1558. Las fortificaciones de Ciutat se mostraron demasiado sólidas para un asalto frontal de los turcos, mientras que la buena artillería emplazada en los puntos más estratégicos de Palma batía con fuego cruzado cualquier nave que se acercara a la costa. Los turcos optaron por retirarse de la bahía, poniendo rumbo a Menorca, la cual, en julio de ese mismo año ocuparon y saquearon, llevándose cautivos en sus galeras a unos tres mil de sus habitantes. Durante la Guerra de Sucesión, en 1708, después de la ocupación de Gibraltar, la flota británica busca un base naval importante y estable en Balears. En septiembre de ese mismo año, una escuadra británica con una fuerte fuerza de desembarco desiste de atacar Palma ante su potente artillería. Sigue hacia Menorca a la que ataca y ocupa.
Desde la creación de la primera unidad oficial de artillería en Mallorca, hasta principios del siglo XX, se sucede una serie de cambios en las unidades, a la vez que una mejora en su material. A mediados del XVIII, a la artillería basada en tierra se une una fuerza sutil, integrada por lanchas cañoneras. Ya en el XIX, las lanchas pasan a la Real Armada. Durante la Guerra de Independencia, artilleros mallorquines se cubren de gloria en diversos campos de batalla peninsulares y europeos. Según dejó escrito el marqués de Santa Cruz de Marcenado, ilustre militar: "Los mallorquines pasan por ser los mejores artilleros de Europa". Durante ese período histórico, ante la amenaza militar francesa, en 1810 el Colegio de Artillería de Segovia -embrión de lo que será más tarde la Escuela de Artillería- se traslada a Menorca, si bien, al declararse en esta isla una epidemia de viruela, se decide que sus efectivos desembarquen en Palma. En el colegio de Montisión, de los jesuitas, se mantiene una lápida en que se recuerda que el Colegio de Artillería de Segovia se instaló provisionalmente en el edifico que lo alberga. Tres meses más tarde, pasada la epidemia en Menorca, el colegio se traslada a Villacarlos. Una segunda expedición de dicho centro militar de Segovia llega a Mallorca a mediados de 1811. Esta presencia artillera determina que se instale en la Universidad de Mallorca, en el Colegio de Montisión y en el Seminario, la cual es obligada a trasladarse al cercano convento de Sant Francesc. A esta unidad de cadetes artilleros de Segovia instalada en la isla, en septiembre de 1812 se une la que estaba destinada en Menorca. Formando un solo cuerpo, el Colegio de Artillería de Segovia mantiene su sede en Palma. Finalizada la guerra contra el francés, el citado centro militar regresa a su ciudad de origen. Entre 1811 y 1814, salieron de las aulas artilleras de Menorca y Mallorca 5 promociones, con un total de 60 subtenientes.
Ante una posible expedición naval norteamericana a las Balears, con motivo de la guerra de 1898, se refuerza la artillería de costa en las dos islas mayores. En 1902 es creado el Batallón de Artillería de plaza de Mallorca. Esta unidad deja paso, dos años más tarde, a la Comandancia de Artillería de Mallorca. Sigue una reorganización en las baterías costeras que defienden la bahía de Palma. El desastre de Annual ocurrido en 1921, en que sucumbieron unos diez mil soldados españoles a manos de las fuerzas indígenas de Abd el Krim, hace cundir el pánico en toda la zona del protectorado español de Marruecos. La Comadancia de Mallorca es requerida para que envíe fuerzas a Melilla y Ceuta. Cumplida su misión, los efectivos regresan a Mallorca.
En julio de 1914 la Comandancia de Artillería de Mallorca se transforma en el Regimiento de Artillería. La llegada de la II República provoca una serie de cambios en el dispositivo castrense español, incluyendo a Balears. Entre estas nuevas directrices, el regimiento mallorquín se convierte en Grupo Mixto de Artillería. El inicio de la Guerra Civil divide Balears en dos zonas, mientras Mallorca se decanta por el bando militar rebelado contra la República, Menorca y Eivissa siguen con el Gobierno leal, aunque meses después, las Pitiüses pasarán al bando franquista.
El conflicto provoca un refuerzo artillero especial de costa y antiaéreo para Mallorca, con material italiano, alemán y ruso. Por necesidades, el grupo se convierte en Regimiento de Artillería de Mallorca. Al inicio de la posguerra, coincidiendo con el desencadenamiento de la II Guerra Mundial, el regimiento mallorquín se desdobla en el número 5, en que se encuadra toda la artillería de costa, antiaérea fija y servicios, mientras que la artillería de campaña forma el regimiento 35, el cual pasa a cambiar su numeración por la 23 en 1944. Al año siguiente, la artillería antiaérea de Mallorca queda encuadrada en el Grupo de Artillería Antiaérea número 1. En cuanto al número 5, pasa a ser el Regimiento de Artillería de Costa de Mallorca, con 25 baterías, en 1947. Su plana mayor queda ubicada en la calle del Mar.

Cuartel de Son Busquets

Un hito en la historia del arma artillera de Mallorca es la terminación del cuartel de Son Busquets, en la carretera de Valldemossa, en 1952. En él se ubicará el regimiento de Artillería nº 23, por lo que se retira del baluarte de Sant Pere. El Regimiento de Artillería 91, que absorbe la artillería de costa mallorquina, se crea en 1957. Tres años más tarde, en una nueva reorganización artillera, se crea el Regimiento Mixto de artillería nº 91. En 1965, toda la artillería mallorquina y de Eivissa queda reunida en el Mixto 91. Suceden en los años siguientes desmantelamientos de instalaciones, cuyos efectivos pasan al cuartel de Son Busquets.
El regimiento, hasta desaparecer sus baterías de campaña, en junio del 2003, participó en las maniobras que se realizaron en Cabrera y en Chinchilla, cuando la citada isla se convirtió en Parque Nacional. El 1 de julio de 1995 desaparecen las baterías de costa de Mallorca, iniciándose su desartillado. Varios de sus cañones, incluido un de 305/50 que estuvo instalado en Cabo Blanco, se encuentran en la zona exterior del Museo de San Carlos. En cuanto a la artillería antiaérea clásica, ésta desaparece en 2003, quedando como salvaguardia a un ataque aéreo a baja cota, incluyendo la protección de puntos vitales muy determinados de la isla, un dispositivo dotado de los misiles Mistral, ubicado en la base general Asensio, ya que en el 2000 se abandonó el cuartel de Son Busquets.
Si bien el arma de Artillería en Mallorca queda reducida a su mínima expresión, sus huellas, especialmente las de sus numerosos emplazamientos en la costa, especialmente en Cabo Blanco, Regana, Cala Figuera, Cap Pinar o el Castillo de San Carlos, se mantendrán durante largo tiempo, así como en la memoria de muchos de los habitantes de los municipios que les dieron cobijo.

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