Nuevas técnicas dan los primeros resultados en la protección de uno de los mayores atractivos de la isla
FRANK FELDMEIER. PALMA. Jaume Servera tiene nuevas esperanzas. El geólogo-morfólogo de la UIB tuvo que contemplar cómo su objeto de investigación, las playas de Mallorca, empeoraba año tras año. Ahora se encuentran en vías de mejora, según el diagnóstico del investigador. Las dunas vuelven a crecer, la vegetación se recupera, y las algas de las playas no son desechos, como si de basura se tratara. "La política ha tomado un nuevo camino", observa Servera contento -aunque a veces niega con la cabeza cuando ve cómo la mano del hombre provoca una transformación indeseada.
Las playas de Mallorca deben aguantar una avalancha importante. No sólo en la Platja de Palma el verano significa una toalla al lado de la otra, incluso la mayoría de las calas naturales han evolucionado hasta convertirse en imanes de atracción, debido a las recomendaciones de boca en boca. Según un estudio de la UIB, en un día punta de afluencia, cada bañista tiene en Cala Agulla menos de siete metros cuadrados a su disposición. Y la playa de ensueño por excelencia, es Trenc, en la costa sur de Mallorca, debe asimilar hasta 10.000 visitantes durante los fines de semana del verano.
Para evitar malentendidos, cuando Servera habla de situaciones desoladoras, no se refiere a la diversión acuática de los turistas, sino al sistema ecológico. Mientras los playeros disfrutan, en muchos sitios, el entorno natural sufre. Hasta hace poco no se querían reconocer los daños que ha sufrido el sistema dunar. "Casi nos trataron de locos", dice el científico.
En un futuro se pretende que la playa de es Trenc sea parte de una zona natural protegida y hay en prueba sistemas de regeneración, además de la fijación de nuevas imposiciones sobre la mesa. Pero también en otros lugares los programas de protección gozan de mayor importancia. Una playa ejemplar de la regeneración es s´Amarador, en el parque natural Mondragó, en la costa este. Los empleados del parque colocaron una especie de gigantescos peines de madera - hace dos años que estaban a la vista, hoy están casi totalmente cubiertos por las dunas, que se han regenerado. "Ésta playa se merece un diez", dice Servera.
En cambio, un ejemplo negativo es Cala Mesquida, en Capdepera, una playa que antaño estaba completamente intacta. Con el tiempo, la arena se ha escurrido hacia el pinar, que se encuentra detrás de la playa, y lo ha dañado -ya que el embate de las olas es más fuerte que en otros lugares- y la arena se ha perdido con mucha velocidad.
Lo que Servera viene intentado explicar sin éxito es que el sistema ecológico de las playas es complejo; enseguida que cambie uno de los factores, todo el sistema se ve afectado. Significa por ejemplo que quien retira las algas de la playa de es Trenc, cambia también el embate de las olas y las corrientes. Puede significar que el mar se lleve la arena, o que se dañen las praderas de algas del suelo marino, que ayudan a fijar la arena.
Los quiosqueros de la playa de es Trenc ven entretanto que se acaba su negocio. Temen que la suciedad y las algas ahuyenten a los visitantes, y se manifiestan en contra de las nuevas directrices ecológicas de Medio Ambiente. "Nos convertimos en el hazmerreír de los medios internacionales", se queja uno de los empresarios. Medio Ambiente, por el contrario, manifiesta que en verano sí pueden retirarse las algas -siempre que se haga de manera profesional. Pero eso sería responsabilidad de los concesionarios locales, a los que se les entregaron las directrices a seguir hace poco.
Un tratamiento incompleto
Si fuera por Jaume Servera, las algas se quedarían sobre la arena también en verano. "Un médico tampoco interrumpe un tratamiento", dice el científico, a quien gustan las comparaciones terapéuticas. ¿Qué es más importante -el negocio de los quiosqueros, o el hecho de que, a simple vista, la playa es ya más ancha? Y a los turistas, simplemente, habría que explicarles que no se trata de suciedad.
Que hay aún problemas a erradicar, en lo que se refiere a la nueva política respecto a las playas, también es visible en Cala Agulla, en el municipio de Capdepera. En el pasado, la playa fue rellenada dos veces artificialmente con arena -que volvió a desaparecer en el mar. Ahora también ahí regeneran las dunas.
Pero hace pocas semanas, las excavadoras repartieron la arena ganada y aplastaron las dunas. Las fotos se distribuyeron en la conselleria de Medio Ambiente, como un ejemplo desalentador.
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