miércoles, 10 de septiembre de 2008

´La fusión del hielo en el Ártico supera las previsiones más catastróficas´

Domingo 06 de enero de 2008


Gomis lidera un equipo español de investigación que analizará la circulación marina en la Antártida



N. TOGORES. PALMA. Si los planes de viaje se han cumplido, el investigador menorquín Damià Gomis estará en estos momentos navegando por aguas del Mar de Escocia, en la Antártida, a bordo del buque Hespérides. El físico del Imedea lidera el grupo español de científicos que participa, en el marco del Año Polar Internacional, en el proyecto Synoptic Antartic Shelf-Slope Interaction (Sassi), en el que están involucrados doce países y que analizará la circulación marina en el Océano Austral y su influencia en los demás océanos.
El día 28 de diciembre, pocas horas antes de iniciar su periplo, recibió a este rotativo. El diario de la expedición se puede ver en la web.


-¿Cuál es el objeto concreto de estudio de la expedición que lidera?

-Estudiamos la dinámica marina en las plataformas continentales. Cuando el fondo marino va cayendo desde la costa forma una especie de repisa a lo largo de 100 o 200 metros y luego cae abruptamente hasta los 2.000, 3.000, 4.000. En el caso de la Antártida, la plataforma es un lugar interesante, porque sobre ella el agua, por contacto con la atmósfera, se enfría tanto que se hace más densa que la de abajo y entonces, igual que sucede con el aire caliente y frío, se hunde y pasa a ocupar los niveles profundos de todos los océanos del planeta. Al mismo tiempo, el agua intermedia aflora y pasa a ocupar su sitio. Esto es importante porque el agua que está en contacto con la atmósfera tiene oxígeno, que se lleva hacia abajo oxigenando así todas las aguas del planeta.


-¿Este proceso contrarresta el cambio climático?

-Ahora mismo lo está contrarrestando, porque, además de oxígeno, el agua también se lleva hacia el fondo dióxido de carbono. En la atmósfera hay mucho CO2, éste pasa al mar y, entre comillas, el mar lo entierra. De hecho, se calcula que hasta ahora el océano ha engullido un 30% del dióxido de carbono producido por la humanidad.


-¿El CO2 desaparece una vez bajo el mar?

-No, allí continúa estando, pero el ciclo es muy lento, de unos 300 años. El agua que ahora aflora hace cientos de años que no ha visto la atmósfera.


-Es virgen en materia de contaminación.

-Sí, no ha estado nunca en contacto con la atmósfera desde que hay exceso de dióxido de carbono porque la revolución industrial tuvo lugar hace 150 años y, por tanto, todavía tiene capacidad de absorción. Claro que, en 200 años, pongamos por caso, el agua que aflore ya llevará dióxido de carbono y el mecanismo no será tan efectivo.


-¿Desde cuándo se conoce este fenómeno?

-Desde hace décadas, pero nosotros tratamos de determinar mejor el biorritmo, el ritmo al cual se hunde el agua. Con vistas a los modelos climáticos que intentan predecir el clima del futuro, determinar esto de forma exacta es fundamental.


-¿Afectará el cambio climático a este proceso?

-Por supuesto que el cambio climático puede afectar a la circulación termohalina. Por ejemplo, si en el Ártico se llega a fundir mucho hielo, que es dulce, el agua se volverá más dulce y pesará menos. Así, por mucho que se enfríe, no se hundirá. Es una de las hipótesis que se maneja hoy día, si se llegará a parar esta circulación termohalina debido a la fusión del hielo. Si esto sucediera, se producirían cambios bastante rápidos en la temperatura y en muchos procesos del planeta. El clima cambiaría de repente.


-¿El océano también transforma CO2?

-Existen distintos mecanismos. El dióxido de carbono que queda disuelto no se destruye, pero sí que es verdad que el fitoplancton y otros organismos vivos, como el coral, lo toman y forman esqueletos calcáreos. Esto es importante porque, entre comillas, lo destruyen. Pasa de ser un gas disuelto a formar parte de su esqueleto y se va depositando en el fondo de forma inerte de modo que no volverá a aflorar nunca más. Se convierte en un carbonato cálcico, una concha, y queda como parte del sedimento. El CO2 que queda disuelto, en cambio, no se destruye y vuelve a salir con el agua. Además, la acidifica, lo que dificulta a los corales y estos organismos la formación de sus esqueletos.


-Perderán así su capacidad de absorción.

-Sí. De momento son cambios muy pequeños, pero que ya existen. El de la acidificación es uno de los problemas más discutidos científicamente.


-¿Estudiar el Ártico o la Antártida es estudiar a un enfermo terminal?

-De ninguna manera. Desde el punto de vista climático son dos zonas fundamentales porque tienen una influencia muy grande sobre el planeta y porque son las áreas más sensibles al cambio climático. Mientras en el Ecuador la temperatura puede aumentar uno o dos grados, en los polos puede subir cinco o seis debido a que allí los procesos se retroalimentan. Por ejemplo, en el Ártico el hielo rebota buena parte de la radiación solar, la devuelve al espacio. Si se funde, toda esta radiación entra en el mar y lo calienta. Es un proceso no lineal, que empieza poco a poco y se acelera de forma muy brusca. En el caso del Ártico es fundamental porque, a diferencia de lo que pasa en la Antártida, donde hay 2.000, 3.000, hasta 4.500 metros de espesor de hielo sobre el continente, allí sólo hay unos pocos metros de hielo sobre el mar.


-Así, la situación del Ártico es más grave.

-Mientras la Antártida presenta síntomas muy ligeros de aumento de temperatura, y sólo en determinados lugares, como la península Antártica, en el Ártico la fusión del hielo va mucho más acelerada que la previsión más, entre comillas, catastrófica que se ha hecho hasta ahora.


-¿Cómo se articula el equipo humano que viaja en esta expedición?

-Somos 22 personas, de las que 20 son científicos -físicos, químicos y biólogos-, uno es periodista y otro, fotógrafo. Además hay ocho técnicos del Centro superior de Investigaciones Científicas que se encargan del instrumental del barco. De los 20 científicos, 14 son del Imedea, otro de un instituto de química ambiental de Barcelona, cuatro de la Universidad de Texas (Estados Unidos) y otra de la Universidad de East Anglia (Reino Unido). Luego está la tripulación del barco, que son cincuenta y pico


-¿Cuántos días permanecerán a bordo y qué ruta realizarán?

-Estaremos embarcados 21 días. Partimos de Ushuaia [ciudad más austral del planeta] día 2 de enero. Atravesar el Paso Drake, que separa Sudamérica de la Antártida, son dos días y medio y, luego, en la zona entre las Islas Shetland del Sur y las Orcadas, iremos realizando mediciones en una serie de puntos.


-¿Qué tipo de trabajos desarrollará cada miembro del equipo sobre el terreno?

-Los físicos tomamos medidas de forma bastante automática, tenemos un instrumento que arriamos hasta el fondo y mide temperatura, salinidad y presión de toda la columna de agua. Cuando la sonda sube, toma muestras de agua de distintas profundidades mediante un sistema de 24 botellas, cada una de ellas con capacidad para 10 litros de agua. Aquí es donde intervienen químicos y biólogos. Su trabajo es mucho más costoso en materia de tiempo y mano de obra.


-¿Analizarán también a fondo organismos vivos?

-Estudiaremos fitoplancton, nutrientes, oxígeno pero no peces ni cetáceos. Es una campaña de física, de masas de agua y corrientes marinas. Lo que pasa es que la biología y la química, efectivamente, para nosotros son indicadores de cómo funcionan los procesos físicos y queremos que sean medidos.


-Esta es su tercera expedición a la zona.

-Sí, pero es diferente. En las otras yo iba como parte de un equipo de la Universidad Politécnica de Cataluña, no teníamos nuestro equipo. Eran campañas de dinámica marina, pero eran más de biología y los físicos éramos un complemento. Ahora es al revés.


-¿Cómo se han repartido las zonas de trabajo los países que participan en el proyecto?

-Los países quieren trabajar cerca de donde tienen bases, por si necesitan el barco para otros menesteres. Las bases españolas están en las islas Livingnston y Decepción, en el archipiélago de las Islas Shetland del Sur.


-¿Quién financia el proyecto?

-El ministerio de Educación y Ciencia aporta el cien por cien. Con motivo del Año Polar Internacional, España duplicó el presupuesto del programa polar y sacó una convocatoria extraordinaria [de proyectos].



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