El delfín listado (Stenella coeruleoalba), la especie cetácea más abundante en el Mediterráneo, con una población de entre 17.000 y 20.000 ejemplares antes del pasado verano, se ve amenazada por una epidemia de origen atlántico que ha llegado "vehiculizada" por otra especie, el calderón negro (Globicephalinae). EFE Estos son algunos de los datos del estudio de detección de cetáceos desarrollado en el litoral de la Comunitat Valenciana en 2003-2008 y en el que han colaborado la Conselleria de Medio Ambiente, la Universitat de Valencia y el Instituto Cabanilles de Biodiversidad y Biología evolutiva, así como el Oceanogràfic de Valencia.
Algunos de los técnicos participantes en este proyecto han explicado hoy en rueda de prensa que el morbilivirus que afecta en estos momentos a la especie del delfín listado ya se produjo en 1990 cuando, a consecuencia de aquella primera epidemia detectada en el Mediterráneo, murieron cerca de 2.000 delfines.
"En este momento no sabemos su estado, es otro enigma que queremos resolver", han manifestado los investigadores presentes.
Al calderón negro, aunque haya transportado la epidemia, "no le afecta con la misma intensidad", han asegurado.
"Lo normal es que se produzca un proceso de inmunidad" y que la propia especie combata este virus, al que el hombre no es sensible ni siquiera por ingerir pescado procedente de estas aguas.
Los resultados obtenidos se basan en 94 avistamientos realizados a lo largo de las 2.730 millas recorridas en el litoral valenciano en diversos cruceros financiados por la administración autonómica, en los que los especialistas distinguieron ocho especies diferentes entre 1.666 ejemplares.
La mayor parte de los 1.364 ejemplares de delfín listado reconocidos durante las observaciones se sitúan en el talud continental, zona en la que más se ha centrado la investigación, y que corresponde al punto de inflexión entre el fondo marino (a 3,5 metros de media en el Mediterráneo) y la plataforma continental.
El resto de especies reconocidas han sido el delfín mular (1.364 ejemplares), segunda especie más abundantes en el Mediterráneo, el Calderón negro (74), el Delfín común (65), el Calderón gris (52), el Zifio (11), el Rorcual común (6) y el Cachalote (4).
El principal mecanismo utilizado por estos técnicos para la detección de cetáceos es el hidrófono, un aparato que permite captar los sonidos que emiten estos animales marinos a una distancia de entre cuatro y cinco kilómetros.
El paso de ferris rápidos entre las islas Baleares y la costa de la Comunitat, así como las prospecciones petrolíferas pueden influir sobre la permanencia de estos animales en estas aguas, muestra de ellos es que "el 30% de las especies que aparecen muertas en las playas presentan algún impacto de barco", según los técnicos.
Por su parte, la actividad prospectiva se emite a 220 decibelios, han explicado las mismas fuentes, que se podría reducir hasta 200 a una distancia de entre 15-20 kilómetros, un volumen al que "nos quedamos todos sordos".
La presentación del estudio ha contado con la asistencia de la Directora general de Gestión del Medio Natural, María Ángeles Centeno, el Vicerrector de Investigación de la Universitat de Valencia, Esteban Morcillo, y el Director General de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, Jorge Vela.
Todos ellos han coincidido en la importancia de conocer la biodiversidad de nuestros medio marino y la variedad de cetáceos para "fijar objetivos de conservación", ha señalado Centeno, quien asegura que se eligió la familia de los cetáceos para el estudio porque "despiertan una gran curiosidad entre la población".
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