miércoles, 10 de septiembre de 2008

La carta más lenta de Mallorca

Jueves 10 de enero de 2008

Correos devuelve la felicitación de Navidad a un abogado que envió la misiva a un cliente en diciembre de 2003

Sin llegar al extremo de la carta remitida por el soldado británico Walter Butler a su novia, que tardó 92 años en alcanzar su destino, la felicitación navideña de Manuel Molina podría erigirse en la más lenta de Mallorca. Cuatro años en ir y volver.
Correos recibió la misiva para su reparto el 15 de diciembre de 2003. Así lo dice el matasellos. Engullida por la maquinaria de esta empresa de capital cien por cien público, la postal envuelta en su sobre jamás felicitó el año 2004, como era su pretensión; ni tampoco los sucesivos.
Su remitente, el abogado Manuel Molina, se llevó una sorpresa morrocotuda el pasado 27 de diciembre cuando le llamaron de su antiguo despacho. Te han devuelto una carta, le dijeron. Y así era. El sobre no encontró receptor y cuatro años después emerge de las entrañas burocráticas.

33 kilómetros de recorrido

La misiva, a priori, no ha viajado hasta Nueva Zelanda ni a ninguna ciudad remota del África subsahariana. Si ha seguido la tramitación habitual, lo lógico es que haya recorrido 33 kilómetros más o menos. Esa distancia separa Palma de Lloret de Vistalegre, el lugar donde habitaba el destinatario hace cuatro años. La oficina de Lloret clavó su matasellos en el sobre el pasado día 22 de diciembre y el empleado escribió un mensaje escueto en el reverso antes de retornarlo : "Desconocido".
Desde Correos califican de "anécdota" la excursión de la felicitación navideña. "Quizá se ha traspapelado bajo un mueble y luego se ha dado continuidad a su tramitación", ahondan las fuentes oficiales consultadas desde este rotativo. "Es un accidente; nada habitual", zanjan.
A Manuel Molina le acosa un reguero de dudas. "¿Dónde ha permanecido mi carta durante estos cuatro largos años? ¿Qué aventuras habrá vivido y qué lugares visitado?", se interroga. Pero, al margen de ironías, la andanza de la misiva le suscita "inseguridad". "¡Imagina si fuera un asunto más importante!", exclama.
Pero al mismo tiempo que le asalta la preocupación, se asoma una sonrisa y un sentimiento ambivalente. "Me ha hecho gracia. Lo lógico es que anduviera perdida en otra dimensión. Me parece diligente e incluso amable", afirma en referencia al servicio postal.
Correos, compañía con tres siglos de historia, gestiona diez millones de cartas al mes en Balears. La mayoría las envían los bancos, informan desde la empresa. Durante la Navidad, el flujo de la correspondencia aumenta un 12 por ciento.
Entre semejante montaña de papel ha debido vivir sepultado el mensaje de Manuel Molina. Empujado por una soberbia tenacidad, el abogado se ha jurado felicitar el año 2004 a su cliente de Lloret. "Una vez averigüe las señas correctas, introduciré la tarjeta y el sobre en otro sobre, lo franquearé y lo echaré de nuevo al buzón", promete.

La señora Amy Hicks

El destinatario se quedará con los ojos como platos. Casi igual que la señora Amy Hicks. Su entonces novio y luego marido, Walter Butler escribió unas cuantas líneas en una cuartilla el 28 de julio de 1915 cuando se ocultaba en el fondo de una trinchera holandesa. "Me encuentro bien. No he recibido noticia de ti desde hace tiempo", redactó mientras zumbaban los cañones.
Amy se encontró la epístola en su buzón 92 años después. "Me gustaría saber qué ha ocurrido con esta carta todo este tiempo", dijo. Para entonces, Walter Butler ya había fallecido. La respuesta de la mujer casi es calcada a la de Manuel Molina. El servicio postal británico, el Royal Mail, al igual que el español, fue incapaz de explicar cómo se produjo la tardanza. Ambas compañías nos han permitido bautizar a las epístolas más largas de Reino Unido y Mallorca.

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