jueves, 11 de septiembre de 2008

El secreto masón sale a la luz

Miércoles 23 de enero de 2008

La Gran Logia balear, con 400 hermanos, abre las puertas para celebrar quince años en Mallorca

C. CANALS. PALMA. Ningún rótulo saluda al paseante. En el buzón, unas discretas siglas -GLPB, sin ninguna otra seña- no permiten discernir quién habita el entresuelo del número 63 de la calle Monterrey. Y sin embargo, allí se reúnen al menos una vez al mes diez logias recogidas en la Gran Logia Provincial de Balears, dependiente a su vez de la Gran Logia de España. Por primera vez, permiten la entrada de periodistas al templo en el que realizan sus ritos.
Ya han pasado quince años desde que la GLPB abrió sus puertas, aunque la discreción ha hecho pasar inadvertidos en la mayor parte de casos a los cerca de 400 hermanos baleares. La comunidad balear crece sobre otras del Estado gracias a ser el retiro de masones británicos y alemanes, tan circunspectos como los españoles.
"Discretos, pero no secretos", matiza el Gran Maestre de Balears, el catalán Manuel Rull, y recuerda que la GLPB consta en el registro legal de asociaciones. Ahora, transcurrido un tiempo prudencial tras la persecución de la dictadura, se abren a la sociedad y tratan de borrar o matizar algunas de las acusaciones que frecuentemente se les ha lanzado desde el poder.
Una idea se intentan transmitir: ninguna logia actúa como lobby ni existe el proverbial contubernio judeomasónico; pero esto no impide a un masón participar activamente en la política, guiado por el lema que estas sociedades dieron a la revolución francesa: Libertad, igualdad, fraternidad. George Washington o Jorge Martí fueron reputados masones; gracias a este último, Cuba ha tenido una de las pocas dictaduras occidentales recientes que no han prohibido esta sociedad.
La persecución secular de la masonería moderna obliga a sus portavoces a extremar su cautela al hablar de los grandes temas que, precisamente, centran su atención. Y cabe aquí un inciso.
La logia balear es regular, pues sigue las llamadas Constituciones de Anderson, que fijan desde el siglo XVIII los diferentes ritos seguidos -en el caso balear, los de Westminster-, pero también los principios tradicionales de estas hermandades.
A diferencia, pues, de las logias irregulares, consideran preceptiva la creencia en el Gran Arquitecto del Universo -fuerza o deidad constructora, como el Dios judeocristiano o musulmán-, y no se pronuncian sobre aspectos políticos o religiosos más allá de lo puramente especulativo.
El gran maestre de la GLPB, Manuel Rull, sintetiza este aspecto: "Podemos debatir si es preferible la república o la monarquía, pero no discutir si Juan Carlos I es un buen o un mal rey".
Como masones regulares, tampoco integran a mujeres en su hermandad, si bien Rull se apresura a señalar que en Balears hay logias femeninas y mixtas; cada masón escoge la obediencia que desea seguir entre las existentes.
Tradicionalmente, las logias liberales o adogmáticas han admitido a mujeres y han integrado a ateos, escépticos y agnósticos; y han utilizado el rito llamado escocés. Por su parte, las logias regulares o dogmáticas no han aceptado la contribución femenina, y acostumbran a utilizar el rito de Westminster. En los tiempos más recientes, la distinción entre ambas tendencias ha tendido a desaparecer y, desde luego, ninguna logia regular reconocerá ser dogmática, como ninguna adogmática se considerará irregular.
Sus vecinos masones le abren sus puertas, pero Rull le recuerda que "no se practica jamás el proselitismo".

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