viernes, 27 de marzo de 2009

La Mallorca del siglo XVII, a través de Miquel Bestard

Domingo 18 de marzo de 2007

BARTOMEU BESTARD (*) Estos días podemos ver en la sede de la Fundació Sa Nostra, tal como nos recordó hace unos días en este mismo periódico Joan Riera, la exposición "Cendres de Troia. El pintor Miquel Bestard (1592-1633)". La complementa un catálogo que no hace más que reafirmar que los estudios de la historia del arte mallorquín, en concreto la época del barroco, tiene nombre y apellidos: Marià Carbonell Buades, comisario de la exposición y autor del catálogo. En 1999, el profesor Carbonell, de la Universidad de Barcelona, ya nos sorprendió con una exposición sobre uno de los mejores pintores que ha dado Mallorca: Guillem Mesquida. Continuó construyendo la historiografía del arte de época moderna con su importante aportación en el segundo volumen de la "Història de les Illes Balears", publicado por Edicions 62; y ahora nos deleita con este catálogo, auténtico compendio de lo que sucedió con la pintura y el arte en la Mallorca del siglo XVII. Esta exposición tiene diferentes aspectos que deben ser considerados. En primer lugar se ha de tener en cuenta que, y aunque parezca increíble, ésta es la primera monografía que se hace de Miquel Bestard, que sin duda es el pintor más importante del seiscientos mallorquín. En segundo lugar, no se ha de perder de vista que estamos ante una ocasión única para ver las pinturas expuestas, al ser casi todas ellas de titularidad privada, de ahí, una de las características que le dan importancia al catálogo, que con sus fotografías se asegura la pervivencia de la documentación gráfica para su posterior consulta. En tercer lugar, el espectador, con una simple ojeada a la exposición percibirá enseguida que las obras giran entorno a dos temas generales: los temas mitológicos y los temas concernientes a la historia y geografía de la Isla. Es precisamente en este último grupo en el que nos detendremos para comentar dos de los cuadros expuestos. En primer lugar, la obra titulada "El entierro de Ramon Llull" (ca. 1618-1621), propiedad del Ayuntamiento de Palma, es una fotografía extraordinaria de la ciudad de Palma del seiscientos. La escena representa una procesión funeraria que traslada el cuerpo del beato mallorquín. Observando el cuadro se deduce que el escenario de la representación es la explanada del Born, concretamente en el lugar que hoy ocupa la plaza de las Tortugas, a excepción de la puerta de estilo clasicista que se sitúa en un lateral del cuadro que seguramente representa la puerta del Muelle, construida en 1620 y que actualmente se conserva entre el Consulado de Mar y la Lonja. La procesión, que se dirige hacia la calle de San Jaime, está presidida por el obispo, flanqueado por canónigos de la Catedral. Le sigue el virrey de Mallorca que porta la cruz de Santiago en el pecho y es flanqueado por dos jurados de la Universidad y Reino, vestidos con las "gramalles" rojas. Estas tres autoridades están precedidas por "el batle" y "el veguer" con sus respectivas varas de mando, los cuales, al mismo tiempo tienen delante a los maceros. Encabeza la procesión una nutrida representación del clero mallorquín, tanto de las ordenes religiosas: dominicos, franciscanos, cistercienses, jesuitas?; como del clero secular. Cierran la procesión dos filas: una formada por caballeros; y otra formada por el pueblo. También se observa que un grupo de enfermos se apresuran a tocar el cuerpo de Ramon Llull con el fin de venerarlo. Otro dato importante que aporta esta pintura son las casas, que vemos repletas de gente que se asoma para poder seguir la procesión. Entre las casas podemos distinguir de izquierda a derecha: la antigua casa que ocupaba el solar de la actual Can Morell (conocida con el nombre tan poco mallorquín de Casal Sollerich); el callejón den Cifre; Can Espanyol (hoy conocida como Can Puig), la calle de Can Granada; una fachada con ventanas "coronelles", en las inmediaciones de lo que hoy conocemos como Can Ferrandell, en la calle San Jaime; y finalmente Can Puig des Rellotge. El segundo cuadro de la exposición que también llama nuestra atención es el mapa de Mallorca (ca. 1631-1633), procedente de una colección particular. Este mapa, quizás inspirado en el que había hecho anteriormente Joan Binimelis por encargo de los jurados, hay que relacionarlo con la antigua tradición cartográfica mallorquina que había pervivido hasta el siglo XVII gracias a los "mestres de cartes de navegar", de los cuales formaban parte, tal como ha podido documentar el doctor Carbonell, miembros de las familias Oliva y Prunes. El mapa, a parte de representar con precisión la geografía de la Isla, está repleto de escenas: batallas navales, escenas militares? Quizás lo que llame más la atención es que se utiliza el topónimo "Mallorca" para denominar a la ciudad de Palma, sin duda un arcaísmo medieval que pervive aún en el siglo XVII. Recordemos que después de la reconquista y repoblación de la Isla, el nombre de su capital "Medina Mayurqa", pasó a denominarse "Ciutat de Mallorca" o simplemente Mallorca. Ello explica que en la toponimia callejera antigua de algunos pueblos mallorquines encontremos la denominación de carrer de Mallorca, que coincidía con la calle que partía en dirección a Palma. A partir de la segunda mitad del siglo XV, con la penetración del gusto estético del Humanismo proveniente de la península itálica, se recupera el nombre de Palma para denominar a la capital insular. Gracias a este mapa podemos comprobar como a inicios del siglo XVII convivían las tres denominaciones de la urbe: Mallorca, "Ciutat de Mallorca" y Palma de Mallorca. En fin, el cuadro y la exposición dan mucho más de sí. Podríamos comentar las dos magníficas pinturas que representan el "sky line" de la fachada marítima de la Palma del seiscientos, o los fabulosos paisajes -que en la documentación de la época aparecen bajo la bella denominación de "llunyedans"-, o las batallas de Troya? vamos que uno no puede perderse esta exposición, no quedará defraudado.
(*) Cronista oficial de la ciudad

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