El escritor uruguayo, de 88 años, vivió en la isla de 1980 a 1983, compró casa "porque era uno de los lugares más baratos de España", y tras venderla veraneó quince años en el Port de Pollença, donde alumbró ´Primavera con una esquina rota´
LOURDES DURÁN. PALMA. Mallorca, primero Deià en visitas relámpago a la casa de Claribel Alegría y Bud Flakoll, lo que les llevó a alquilar un piso en la plaza Gomila; después Palma, en la calle Aldea de Cariño, y finalmente el hotel Sis Pins en el Port de Pollença, fue territorio del exilio de Mario Benedetti y su esposa Luz. Durante tres años, la isla fue residencia de la pareja, de 1980 a 1983, hasta que el asma del escritor no pudo soportar el clima insular y aconsejado por un médico argentino se trasladó a Madrid. Pero no por ello renunciarían a sus estancias estivales en el Port de Pollença, "donde lo pasábamos muy bien".
Hortensia Campanella acaba de publicar la biografía Mario Benedetti. Un mito discretísimo. La editora de la obra completa de Juan Carlos Onetti salpimenta un exhaustivo análisis literario de la amplia obra del escritor uruguayo con detalles precisos de su vida. "Después de tantos años de leer y oír los textos de este escritor peculiar, lo que queda es la convicción de que vida y obra de Mario Benedetti conservan una armonía especial que recae como un influjo, como una fuerza, como un regalo, sobre los lectores", redacta Campanella.
Parte de ese regalo se fue fraguando en Mallorca. Mientras Luz se sumergía en las aguas de la bahía de Pollença, Mario Benedetti permanecía en el hotel o en un bar, a la sombra escribiendo En el poema Mulato de Inventario Dos (Poesía 1986-1991) la referencia al lugar evidencia la placidez y fertilidad que proporcionó la estadía mallorquina.
En la cervecería alemana que tiene un andaluz/en puerto pollensa (mallorca/baleares)/ hay un pajarito que canta como los dioses/ o al menos como dicen que cantaban los dioses/ antes del fin de las ideologías.
También en Mallorca se alumbraron la novela Primavera con una esquina rota y Geografías, una serie de cuentos y poemas.
Como tantos otros, los Benedetti alcanzan esta plaza mediterránea "porque era uno de los lugares más baratos de España", permitiéndoles adquirir un apartamento en la calle Aldea de Cariño en Palma. Las ganancias por la adaptación de La tregua para la televisión colombiana les permitieron hacerse con ese apartamento en el centro de la ciudad. "Así fue cómo un culebrón en el que aparecían hasta narcotraficantes le ayudó a salvar una situación difícil", escribe Campanella.
En Madrid conocería a Jesús García, más conocido como Chus Visor, dueño de la editorial que porta el nombre y que publicaría la mejor poesía en España. Precisamente Chus le presentaría a Antònia Cerdà y a su esposa, un matrimonio de Pollença con el que trabaron una amistad que aún dura. Hay una coincidencia en la apreciación de cómo era Benedetti, de esa férrea dignidad, tanto en la biografía de Campanella como en la anécdota que narra Cerdà: "Cuando él estuvo como periodista en el Premio Formentor, nos contó que no le trataron bien. Años después, Beatriz, la esposa de Miguel Buadas, propietario del establecimiento hotelero, me pidió si le podía presentar a Mario porque lo admiraba mucho y además ella era uruguaya. Se lo comenté y su respuesta fue la siguiente: ´Si, sí, encantado, pero que venga ella a verme al puerto´.
Campanella cuenta en la biografía otro significativo detalle: "Hasta 2001 irán cada mes de junio al Sis Pins, un hotel cuyos dueños mallorquines llegaron a ser amigos y siempre les reservaban la misma habitación". Pone en boca del amigo Guillermo Schavelzon la tremenda decepción que "le provocó un ataque de asma" que sintió cuando un año llamó para confirmar la reserva y se enteró de que los dueños del hotel lo habían vendido a una empresa de turismo holandesa, y las habitaciones estaban ya todas vendidas".
Ahora Mario Benedetti es "un viejito solitario que al perder a Luz, se encuentra perdido", dice su amiga mallorquina Antònia Cerdà. En su "desexilio", término que acuñó al regresar a Uruguay, sigue a sus 88 años hilando versos grises son preguntas.
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