Pensando en la futura zona verde de la fachada marítima, dos expertos analizan las características de los espacios públicos actuales
RAQUEL GALÁN. PALMA. Para crear un parque "tienes que encontrar el genius loci, es decir, la magia del lugar, como decían los románticos". Ese espíritu es un concepto de origen romano utilizado en arquitectura y paisajismo. El ecólogo y profesor de la Universitat Antoni Martínez lo saca a colación porque es la esencia para explicar cómo son los principales parques de Palma y cómo deberá ser la futura zona verde de la fachada marítima de Llevant. Cort acaba de aprobar la modificación del Plan General para que allí no se construyan pisos de lujo. Los partidos del equipo de gobierno están de acuerdo en este punto, aunque discrepan del contenido del parque. Mientras el PSOE propone equipamientos para que los 40.000 metros cuadrados de primera línea no se conviertan en una zona verde desértica, el Bloc y UM se oponen a más edificaciones.
Sin entrar en este debate, el experto de la UIB y director del Máster de Paisajismo afirma que "todo parque ha de tener vidilla, aunque siempre respetando su espíritu". El ganador del concurso de ideas que prevé convocar el Ayuntamiento para diseñar este espacio aportará esa esencia. Debería tener en cuenta que "al enfrentarse a un lugar, su magia le tendrá que transmitir algo para así poder interpretarlo y transformarlo". Los equipamientos entran aquí en juego porque "cada persona busca cosas diferentes en un parque y éste ha de poder dar respuesta a todo el mundo: a la parejita que quiere un giardino secreto para estar tranquilos; al que le gusta caminar; al que quiere comprar el diario en un kiosko y leerlo en un banco; a los papás que llevan a su hijo a jugar, etc.", enumera Martínez. Sobre este último tipo de usuario, el profesor titular de la UIB dice que "prefieren que los juegos infantiles estén en un cul de sac (rincón sin salida) a que sean el equipamiento central de la zona verde, para no preocuparse de si los niños se pueden escapar".
Un ejemplo de infraestructura lúdica con un protagonismo central es el castillo del Parc de sa Riera. El profesor critica esta decisión, así como la colocación del área deportiva también en el centro. "Se hizo porque al principio la feria se proyectó allí, pero ahora que no es así, hay un montón de espacio estéril que se debería replantear", según destaca. Para la arquitecta y experta en paisajismo Icíar de Basterrechea, otro fallo en los parques es la escasa variedad de juegos: "Todos tienen el mismo balancín y el mismo tobogán, pero ningún parque potencia diversiones alternativas, como por ejemplo utilizando el propio pavimento, a través de los sentidos o de cualquier modo que se incite a la imaginación".
Tampoco hay variedad en la vegetación y eso que la mayor parte de la magia de un espacio público de estas características se debe lograr con ella. Basterrechea propone jugar otra vez con los sentidos, como el olor de naranjos, lavandas, etc. o las formas de las plantas. El ecólogo añade que "como el arquitecto normalmente no es paisajista, tiene una paleta de colores -las especies- muy limitada, por lo que debe asesorarse antes de idear cómo será el volumen visual que formarán los árboles".
Volviendo al genius loci, el autor del Parc de sa Riera, Manuel Ribas-Piera, logra "crear un ambiente toscano" en la parte alta del espacio público, la más cercana al camí de Jesús. "El volumen visual es de pinos y cipreses", indica Martínez. "Al otro lado de la carretera está el cementerio, el hospital psiquiátrico y las hermanitas de la caridad, todos ellos con pinos y cipreses, por lo que el arquitecto ha unido a través del parque todos esos núcleos separados al otro lado de la vía, dialogando con el paisaje". Y "cuando la vegetación crezca, habrá creado una personalidad toscana, mediterránea, la magia del lugar", redondea.
Por el contrario, el ecólogo considera que se ha fallado en la interpretación de lo más idóneo para la zona lindante al torrente de sa Riera. "Allí está el nivel freático y hay humedad, por lo que deberían plantar un bosque de caducifolios, muy frondoso en verano y con sus característicos colores ocres en otoño. Sería fácil de mantener, ya que hay agua, y supondría la continuación del bosque de robles existente cerca de Puigpunyent, junto al torrente".
El director del Máster de Paisajismo no quiere profundizar sobre el actual Parc de ses Estacions. "Me imagino que sus autores hicieron todo lo que pudieron, pero cuando diseñas un parque tienes un argumento, un hilo conductor, y el único hilo de éste es hacer de respiradero de la estación de abajo y tapizarlo un poco de verde".
En cuanto al Parc de la Mar, la alabanza "por haber sabido entender su espíritu" es evidente. La ubicación tenía numerosos condicionantes: la Catedral, la muralla, la cercanía al mar, etc. "Era una zona difícil y sus autores lo resolvieron del mejor modo que se pudo. Tal vez el volumen de verde tendría que haber sido más potente, pero hubiese competido con los otros elementos del lugar", opina. De todos modos, el tipo de arbolado utilizado, pinos y palmeras, "conserva perfectamente la personalidad mediterránea".
Aunque el futuro parque de la fachada marítima pretenda ser una continuidad del Parc de la Mar, "los condicionantes son muy diferentes", recuerda el profesor. "No está tan clara la personalidad mediterránea, por lo que el diseño dependerá más de los edificios colindantes", del genius loci que aporten Gesa y el palacio de congresos.
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