martes, 17 de marzo de 2009

El científico que desmanteló la estrella de los Reyes Magos

Laura Jurado martes 17/02/2009

Mut
En el siglo XVII los cometas despertaban el mismo asombro y fascinación que las estrellas fugaces en la actualidad. Cuerpos celestes que cruzaban el firmamento sin causa ni explicación aparente. Con la herencia arrastrada de las religiones animistas –que atribuían los fenómenos naturales a dioses o espíritus–, la creencia popular consideraba a los cometas como los causantes de los terremotos, las guerras, el hambre e incluso la muerte.

«En los libros sagrados de las religiones se hace referencia a los cometas. Incluso la Biblia habla de esa estrella que guió a los Reyes Magos», explica el historiador y farmacéutico, Joan March. «El pavor que causaban provenía, principalmente, de la irregularidad de sus apariciones en comparación con el Sol o los planetas», añade. Un hecho que haría aún más importante la aparición de una nueva corriente científica y racionalista que en Mallorca –e incluso en toda España– lideraría Vicenç Mut. Sus teorías ayudarían a despojar a estos fenómenos astronómicos de cualquier connotación maligna.

Vicenç Mut Armengol nació en Palma en 1614. Ingresó como jesuita en Montesión para formarse en Leyes y Matemáticas, pero pocos meses después abandonaría la compañía para iniciar la carrera militar. Como astrónomo, fue considerado uno de los mejores observadores del siglo XVII. Capaz, incluso, de aunar lo militar con lo astronómico: la trayectoria parabólica de un proyectil de artillería le sirvió para explicar la trayectoria que seguían los cometas.

Estudio d elos cometas
Los cometas de 1664 y 1665 serían los más estudiados por Mut. Al primero, las supersticiones le adjudicaron ser la causa de la muerte de Felipe IV, de la pérdida de Flandes y de las guerras con Inglaterra y los Países Bajos. Para el científico mallorquín sirvió como un estudio piloto en el que aplicar algunas de sus teorías. Planteamientos que desmontaban toda superchería.

Uno de ellos fue su afirmación de que la cola de los cometas estaba compuesta por materia consistente y no por rayos solares como se había creído. Una característica que los convertía en cuerpos menos terroríficos. Tampoco el resplandor que provocaban era sobrenatural. El mallorquín se encargó de estudiar la relación de la humedad ambiental con la refracción atmosférica y el incremento del tamaño y brillo aparentes.

El escepticismo de los nuevos científicos a las creencias sobre los cometas, motivó también la aparición de la obra Discurso contra los astrólogos. Un breve texto –redactado en relación con el cometa de 1664– y de los pronósticos que generó su aparición. Aunque durante un tiempo fue atribuido a Mut, en la actualidad existe un consenso en la autoría de Josep Saragossà, discípulo del mallorquín.

Para Joan March, la atracción que esos cometas tenían para la población no hizo que fueran fenómenos «especialmente estudiados» pero sí «eran tenidos muy en cuenta por los astrónomos por las repercusiones que tenían».

Mediciones
Las mediciones de los cuerpos celestes fueron otra de las grandes ocupaciones del Mut astrónomo: midió las distancias angulares entre las Pléyades e intentó determinar el diámetro del Sol, de Júpiter y de la Luna.

Joan March afirma que la importancia de la figura de Vicenç Mut radicó en la «aplicación de las teorías ya existentes más que en la gestación de nuevos planteamientos». Un personaje que destacó en toda Europa en un periodo en el que «los conocimientos científicos se iban haciendo más independientes de la religión y los fenómenos físicos o químicos no se explicaban con la intervención divina».

Su destacada trayectoria hizo que el también científico Joan Baptista Riccioli diera su nombre a un cráter de la Luna: Mutus. Un círculo lunar de unos 90 kilómetros de diámetro en el que prácticamente cabría Mallorca entera. Un lado ‘oculto’ del satélite que se puede observar el cuarto día después de la Luna nueva. O eso dicen.

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