Con la entrada en servicio comercial del ´Martín i Soler´, Baleària ha iniciado el plan de modernización de flota en el que ha invertido más de 350 millones de euros
JAVIER ORTEGA FIGUEIRAL. BARCELONA. Amanecía el lunes 19 de enero en Barcelona mientras por la bocana sur entraba un barco inédito en ese puerto. El flamante Martín i Soler avanzó lentamente unos centenares de metros en aguas tranquilas hasta amarrar en espacio 1E del muelle adosado. El buque llegaba a la capital catalana desde Vigo, lugar donde había sido construido, y tras haber efectuado una escala en Ceuta para repostar.
Toda entrega de un barco supone un motivo de celebración para una naviera, pero en esta ocasión para Baleària, creada en 1998, la puesta en servicio de este buque implica el inicio de una nueva etapa para la empresa, con la progresiva incorporación de cuatro barcos recién salidos de astillero con una imagen moderna, diseños interiores especialmente cuidados, con especial atención en su eficiencia energética, con un consumo de combustible menor que los buques actuales y por consiguiente una clara reducción en las emisiones de Co2 a la atmósfera.
El Martín i Soler es el primero de los cuatro ferries que ha recibido la empresa presidida por Adolfo Utor y en los que se han invertido cerca de 350 millones de euros. El ferry se botó en Vigo en junio del año pasado y durante todo este semestre ha estado realizando todo tipo de pruebas en aguas del Océano Atlántico y la ría viguesa por parte de Astilleros Barreras, su centenario constructor, que además de fabricar buques atuneros, portacontenedores o quimiqueros, desde la década de los 90 se ha especializado en la construcción de ferries y ro-ro como el Sorolla, Atalaya de Alcúdia y toda la nueva flota de la naviera Armas, un importante armador con presencia en todas las islas canarias.
La construcción de los cuatro barcos de Baleària se está desarrollando gracias a una serie de programas de investigación, desarrollo e innovación (I+D+I) del ministerio de Industria en colaboración con la compañía y el astillero. Y si Barreras firma el continente, Oliver Design y Jorge Belloch son responsables del contenido, que es lo que más va a notar el pasajero cuando viaje en ellos.
En el Martín i Soler hay cuatro bares. El más espectacular es el de proa, situado tras una gran cristalera compartida entre dos puentes. En la zona central está el restaurante y una tienda multiproducto, además de un hall panorámico, mientras que en el puente mas alto está el área de piscina y solarium. La acomodación en butacas, como en todos los buques de esta empresa se divide entre Neptuno y Sirena. La primera es la clase preferente, mientras que la segunda tendría la consideración de turista. Los pasajeros de Neptuno tienen algunas zonas de uso exclusivo, como un buffet en el que se ha llegado a acuerdos comerciales con algunas empresas de alimentación como Nespresso -que ha conseguido posicionarse como una marca de élite con una campaña de marketing de libro-, para ser proveedoras de estos buques, que en el exterior lucen un + junto al nombre de la compañía, un signo que a decir de los responsables de Baleària significa ´la densidad del viaje, la calidad, comodidad y servicios a bordo´.
Las nuevas butacas de la clase preferente, en cuero, fueron probadas con éxito en el Bahía de Málaga. Estas disponen de enchufes a la corriente eléctrica para poder usar el ordenador mientras se navega por partida doble, ya que a bordo hay acceso wi-fi a internet. Otros pasajeros se entretendrán en una sala anexa a la zona infantil, en la que se instaló una pantalla gigante con juegos de la famosa consola Wii.
Además de en butaca, se puede viajar en camarotes, situados en el puente mas alto de los tres dedicados a pasajeros. Estos se han diseñado primando una estética sencilla en la que se aprovecha hasta el último centímetro todo el espacio disponible, lo que da una sensación de amplitud gracias a ideas como sillas y mesas complementarias o armarios abiertos. Del medio centenar de cabinas para pasajeros, cuatro son suites y dos están totalmente adaptadas para discapacitados.
El lunes 19 fue una jornada intensa para los oficiales, marineros y tripulantes de la compañía. Durante las doce horas que el buque permaneció en el puerto de Barcelona, tiendas, bares, restaurantes y cabinas se llenaron de contenido para poder recibir a los primeros pasajeros de la historia del buque. Además, coordinados por el práctico, se realizaron maniobras para probar los diferentes amarres que puede usar el Martín i Soler en Barcelona.
La primera ruta que cubrió el barco comercialmente fue Barcelona-Ibiza y regreso, línea que se combina a días alternos con Mahón, sustituyendo temporalmente en estas al Isla de Botafoc. A finales del mes de febrero o primeros de marzo este ferry visitará por primera vez Mallorca, ya que se prevé que entre en la línea Palma-Eivissa-Denia, que será su ruta habitual.
Tras el Martín i Soler y antes de la temporada de verano llegaran los siguientes barcos. Aún no tienen nombres, por lo que se distinguen por su número de proyecto. El Barreras 1663 es un ferry de 100 metros de eslora especialmente pensado para su operación en el puerto de La Savina, Formentera. Es el único de la serie que no tiene camarotes, ya que las líneas a las que estará destinado no superarán las cuatro horas. Tiene capacidad para 800 pasajeros y 300 metros lineales de garaje que admite tanto vehículos como camiones. Como se apuntaba antes, aun está por definir el nombre, aunque con toda seguridad se bautizará con el de un personaje significativo de la Pitiusa menor.
Algo más grande es el proyecto 1662 de Barreras, pensado especialmente para el nuevo puerto de Ciutadella. Es un buque de 154 metros, con capacidad para 1000 pasajeros y 1,2 kilómetros lineales de garaje. Llevará un significativo nombre menorquín. Finalmente, el de mayor eslora es el 1661, con casi 200 metros, aunque tendrá una capacidad máxima de 900 pasajeros al ser un buque de los denominados ro-pax, en el que la importancia y el espacio dado a la carga rodada se concentra en la parte de popa del buque, mientras que para los pasajeros queda la mitad delantera del barco.
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