viernes, 2 de enero de 2009

Los problemas de las playas de Balears

Viernes 02 de enero de 2009

búnker
CARLOS GARAU SAGRISTÁ (*) Los problemas de las playas baleares no se resuelven con palos y cuerdas, como parece señalar irónicamente el reportaje (6.12.08) sobre los efectos del último temporal en la playa de sa Ràpita-ses Covetes, que forma parte del sistema de es Trenc. En la fotografía aparecían los "nidos de ametralladoras" rodeados por el agua y se decía: "Sea por efectos del cambio climático, la pérdida de arena por la masificación de bañistas o por el cambio de corrientes a causa de infraestructuras como puertos, los búnkers son, muchos días, islas de hormigón".
El verdadero problema de las playas de las islas Balears no está en ninguna de las razones apuntadas. El tema del cambio climático es muy importante; sin embargo, en nada favorece a la necesidad de su estudio la atribución de problemas que, por el momento, nada tienen que ver. La pérdida de arenas por la masificación de bañistas es cuantitativa y cualitativamente despreciable. Los efectos de obras portuarias por errores de diseño pueden y deben evitarse, y en el caso que nos ocupa existe un pequeño basculamiento de la playa, inducido por el dique de abrigo del puerto deportivo de sa Rápita, pero su importancia en el retroceso de la playa de es Trenc es muy pequeño y queda compensado con su efecto estabilizador del extremo de poniente de la playa. El verdadero problema de esta playa, que ponen en evidencia los búnkeres (los de la fotografía y los otros más próximos a es Trenc) y de todas las que tienen sistema dunar asociado, es precisamente el transporte eólico de arena desde la playa seca al sistema dunar.
Las playas de Balears están constituidas por arenas bioclásticas casi en su totalidad. Hace unos 16.000 años, el nivel del mar estaba unos 90 metros más bajo que hoy y fue ascendiendo hasta alcanzar el actual nivel hace unos 2.500 años. Durante este proceso (Transgresión Holocena), la producción de arenas de origen biológico en los fondos marinos se iba acumulando por los oleajes en las zonas costeras abrigadas y que presentaban pendientes suaves. Al ascender el nivel durante esos 13.500 años, en aquellos lugares donde seguía invadiendo terrenos con pendientes inferiores a las de equilibrio del perfil de playa, la masa arenosa del entorno acompañaba tal ascenso. Cuando el nivel del mar se estabilizó, las playas con trasdós suave que hoy tienen sistema dunar se quedaron mucho más adelantadas que en la actualidad y, posteriormente, la acción del viento fue transportando arena desde la playa seca hacia tierra. Así se fue formando y creciendo el sistema dunar durante esos 2.500 años hasta hoy, siempre a costa de la masa arenosa de la playa (emergida y sumergida) y provocando su implacable retroceso. Mientras el transporte de los vientos de componente hacia el mar es devuelto por los oleajes por exceder las necesidades del perfil de equilibrio de la playa, los de componente hacia tierra quedaban retenidos por la vegetación. El mar ha sido siempre el creador de las playas. En sus variables acciones, y en función de las características de los oleajes, unas veces requiere un perfil más suave y otras más fuerte que el existente en el momento, provocando crecimientos o menguas en la playa seca; pero estos cambios son reversibles y se refieren a un perfil medio de equilibrio determinado por las características topográficas del entorno y el clima marítimo local.
Tanto es así, que en algunos casos las playas casi han desaparecido en su retroceso hasta el sustrato rocoso. El caso más llamativo nos lo ofrece el litoral de Migjorn de Formentera: mientras apenas quedan playas por afloramiento del sustrato rocoso en casi todo su perímetro, el sistema dunar alcanzó un volumen de unos 8 millones de metros cúbicos.

El problema de las playas con sistema dunar es el que acabo de describir. Su retroceso se pone en evidencia al observar la profundidad del pie de la playa sumergida y los aforamientos rocosos en la orilla. En el caso de es Trenc tal pie está tan sólo al valor medio de unos 6 metros, mientras el perfil completo implicaría unos 12,5 metros en función del tamaño de la arena y las características del clima marítimo local, profundidad que como mínimo alcanzaría la playa al terminar el proceso transgresivo. Y, en cuanto al proceso reciente, la situación de los búnkeres constituye un claro testigo del retroceso en unos 60 años (unos 30 cm/año). Frecuentemente se dice que el sistema dunar es la reserva de las playas, y esto sería cierto si se asumiese la conveniencia de devolver a la playa la arena que de ella se llevó el viento. Sin embargo, resulta que los sistemas dunares son interesantes ecológicamente y con un valor paisajístico indudable. No parece lógico destruirlos para mejorar la playa, aunque sea devolviéndoles lo que el proceso natural les ha arrebatado y les sigue arrebatando lentamente. Lo que sí conviene es cortar de alguna forma el transporte eólico hacia tierra.
Es más razonable acudir a los fondos marinos donde existen arenas relictas en cantidades inmensas. En el mismo proceso antes descrito, sobre la elevación del nivel del mar durante el Holoceno y la producción de bioclastos, son excepción los que se tradujeron el la formación de playas y sistemas dunares. La inmensa mayoría de sus volúmenes quedaron atrapados al tropezar con pendientes del terreno que se iba invadiendo, superiores a las del perfil de equilibrio de las posibles playas; existen hoy como arenas relictas. Para dar una idea de la proporción entre arenas emergidas en una playa y las que quedaron en la correspondiente cuenca recorrida por el mar en su ascenso, es oportuno indicar dos ejemplos. En Cala Agulla y Cala Millor el análisis arroja unos volúmenes de arenas relictas en sus respectivas cuencas de unos 350 y 190 millones de metros cúbicos, mientras las actuales formaciones de playa y sistema dunar representan unos 5 y 2 millones, respectivamente. Conviene señalar que las necesidades de arena para la mejora de estas playas se puede estimar en unos 100 y 200 mil metros cúbicos respectivamente. Cala Agulla precisa alguna actuación para eliminar la pérdida de arenas hacia tierra, mientras Cala Millor no lo precisa por existir el muro del Paseo Marítimo, si bien precisa otro tipo de estabilización de la playa.

Comprendo que el lector considere farragosas estas explicaciones sobre los procesos litorales, pero es necesario tomar consciencia de que el peor problema que tienen las playas baleares son los errores de concepto que muestran los frecuentes artículos contrarios a la extracción de arenas de los fondos marinos. No quiero extenderme mucho más. El tema es complejo. Pero puedo asegurarle que los estudios de seguimiento realizados tras las extracciones realizadas en el pasado para las playas han mostrado que no queda secuela negativa alguna y que las arenas aportadas a las playas se han comportado perfectamente según lo previsto (Playa de Palma, Can Pere Antoni, Cala Major, Portals Nous, Palmanova, Magaluf, Peguera, en Repic/Sóller, Pollença?). Hay casos más complicados, como la bahía de Alcúdia, pero todos tienen su solución técnica favorable.

(*) Doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y ex jefe de Costas de Cataluña y de Balears

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