JOAN RIERA En un artículo reciente citábamos algunos elementos arquitectónicos que la ciudad ha preservado de lo que en el siglo XIX y parte del XX fue la floreciente industria textil de Can Ribas. Nos referíamos al Centre Flassaders y al Capuccino de Sant Nicolau. Obviamos entonces lo que resta de la inmensa fábrica ubicada en la Soledat.
Can Ribas estuvo en el origen de esta barriada extramuros de la ciudad tal y como la entendemos hoy. Ahora es la piedra clave sobre la que gravitan los planes de rehabilitación.
Jesús María González explica en su estudio ´La pérdida y la degradación urbana. Morfología y patrimonio de un antiguo barrio industrial: la Soledat´ que, aunque el origen del barrio se remonta al siglo XVI cuando se construyó el convento de la Mare de Déu de la Soledat, "en realidad su ubicación está directamente relacionada con la instalación de la fábrica de mantas de Can Ribas en 1851". La factoría ocupaba unos 6.000 metros cuadrados y llegó a emplear a 400 obreros, la mayoría de los cuales vivían en el barrio, a veces incluso habían nacido allí, eran bautizados en su iglesia neogótica y morían entre sus calles. "En los años 50 entra en crisis y cierra en 1960", según explica González.
La relación entre la industria y los habitantes del barrio es tan estrecha que las viviendas están pegadas a las instalaciones fabriles y a veces se incrustan en ellas.
El reaprovechamiento para nuevos usos de las antiguas industrias de la Soledat ha comenzado de forma parcial. Catalina Cirer inauguró un centro de día y se restauró una de las chimeneas que simbolizan, más que ningún otro elemento, la industrialización y la visualización de lo que se ha venido en llamar arqueología industrial.
Ahora, otra sección de Can Ribas está a la espera de la mano municipal para que se ejecute el proyecto del arquitecto Jaume J. Ferrer, y las directrices del Plan General. La calle Brotad debe ser prolongada y ampliada para enlazar la calle Manacor con el Polígon de Llevant. El plan prevé convertir otro de los edificios de la fábrica en centro cívico y abrir una plaza, en cuyo lateral se mantendrá una segunda chimenea.
Can Ribas dio vida en el pasado a la Soledat y ahora es la base sobre la que, con la lentitud propia de las actuaciones municipales, se planifica su renacimiento.
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