El primer vistazo no nos aporta nada más allá de esas siluetas de continentes, mares y montañas que aprendimos de niños. Los ojos caerán entonces en la 'trampa' de todo mapa, el buscar algún lugar conocido, nuestra propia ciudad o quizá, el lugar al que siempre soñamos ir.
Y será ahí cuando notemos que todo es igual pero diferente, que cada elemento está donde debe estar excepto... ¡sus nombres! Algunos resultan sospechosamente parecidos a los reales pero serán mayoría los que nos causen extrañeza.
Sin embargo, no hay fallo. De hecho, es el encanto de un viaje fascinante, sobre el papel o sobre la misma realidad, si uno se contagia del espíritu del pliego y se decide a ver todo con otros ojos. Ése el objetivo del 'Atlas de los Nombres Verdaderos', un mapa en apariencia como otro cualquiera que, no obstante, recurre a la etimología de cada topónimo para aludir a las ciudades, países o accidentes geográficos que refleja.
De otros tiempos
Así, pasada la confusión inicial hallamos una perspectiva curiosa, diferente y evocadora de otro tiempo, acaso miles de años. Épocas en la que los mapas, aún por hacer, eran terreno yermo que colonizar con nombres sacados de la mitología, del carácter de sus pobladores o sobre todo, de la observación directa del terreno. Alusiones que han evolucionado hasta el día de hoy, cuando rara vez se quiere buscar el por qué de las cosas.
Nace así otra Europa u otro planeta –las dos versiones del 'Atlas'- en la que, por poner algunos ejemplos, España es 'Tierra de Conejos'; México D.F. es la 'Ciudad del Ombligo de la Luna'; el Sáhara es 'Mar de Arena'; Viena, 'Arroyo del Bosque'; o Islandia, 'Tierra del Hielo'. Puede que alguna referencia no sea del todo exacta aunque para aclarar su origen, al reverso del mapa aparecen listados todos los nombres usados y sus 'equivalencias', a veces difícilmente traducibles.
Una 'Tierra Media' real
Habrá que perdonar de antemano los posibles errores. La intención no es la de ser un compendio científico sino la de aprender a observar, a jugar de alguna manera a encontrar las referencias propuestas y su equivalente en la realidad y como consecuencia de todo ello, a despertar la curiosidad.
O como se indica desde la misma introducción del 'Atlas', a descubrir que 'La Seca' (La Tierra) posee una riqueza nominal que la equipara sin ningún tipo de complejo con ese otro mundo ficticio que es el de la Tierra Media de Tolkien, pariente cercano de la idea. Y es que la realidad, una vez más, supera a la ficción.
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'Atlas de los Nombres Verdaderos', editado por Kalimedia, se puede conseguir, en sus dos versiones –Europa y Mundo-, a través de su página web.
Fuente