Varias embarcaciones participantes en el Trofeo Almirante Conde de Barcelona | C. Cladera
Una simple mirada al muelle de las Golondrinas basta para ver que el 25 aniversario del Trofeo Almirante Conde de Barcelona se queda corto ante los años que lucen sus barcos entre proa y popa. Ni las polémicas ni la recesión económica menguan el número de participantes que ayer, en el primer día de inscripciones, ya pasaban del medio centenar. Para muchos la regata es el reencuentro anual de la pandilla de los barcos de época. El inicio de un circuito que siguen como si fueran unas vacaciones de verano.
Recién atracado en la bahía de Palma, Ignacio Cervelló intenta compensar con horas de descanso las 26 que le ha llevado la travesía desde Valencia. Hace diez años que participa en la regata aunque es el segundo timón que dirige: el Tritonazo fue su debut en el trofeo pero ahora regresa con el Nadir, un barco construido como goleta en Ribadeo en 1932. A sus manos llegó hace apenas cinco años y desde entonces la inversión es continua: «Después de comprarlo tuve que hacerle una gran reparación y mantenerlo puede suponer unos 9.000 euros al año. Aunque si haces las cuentas de lo que cuesta mantener un coche, tampoco salen», afirma.
La palabra crisis sobrevuela el pantalán aunque parece pasar de largo. Los amarres vacíos sólo son señal de patrones rezagados. La reunión de armadores de esta tarde y el cóctel de bienvenida que ofrece el Ayuntamiento de Palma será el momento para volver a verse las caras. La infanta doña Pilar de Borbón –hermana del Rey– se dejó ver ayer en el muelle como es tradición ya que es una de las impulsoras de la regata.
«Esta gente no tiene crisis, son todos millonarios», asegura Martin Knights desde el Belisa. Y, como pasando lista, cita las profesiones de los propietarios de los barcos: médicos, arquitectos y hasta las hermanas Gucci, dueñas del Criole, el Avel y el Marigan. Él –sudafricano de nacimiento– y su mano derecha, José Arcadio Unibaso, son los hippies de la regata, por mucho que sus vecinos les miren por encima del hombro pensando que son «hijos de papá». Su barco fue la herencia que Bob –un amigo de Martin que murió de cáncer– le legó en 1997 por el precio simbólico de un penique. «Es un regalo envenenado por lo que te toca trabajar y por el dinero que inviertes», añade José Arcadio.
Más de un año costó que el Belisa –uno de los tres únicos modelos Maica que se fabricaron en el sur de Francia en 1961– estuviera en condiciones de salir a navegar. «Sin embargo llegué a Mallorca y vi que el nivel de los barcos era muy superior, así que me tocó seguir trabajando», confiesa Martin.
Entre las mejores embarcaciones que han visto en los diez años que llevan participando, recuerdan el Veronique y especialmente el Mariquita: un barco inglés de principios del siglo XX con 38 metros de eslora y 25 marineros. Este año la joya histórica será el Isla Ebusitana: un barco botado en 1856 que puede presumir de ser el único en surcar por el Mediterráneo en tres siglos diferentes y de haber sido el último en cubrir la línea comercial entre Mallorca y Cuba.
La flota de participantes es más o menos la misma año tras año. Después del trofeo Almirante Conde de Barcelona la ruta sigue con la Regata de Barcos de Época de Menorca y la de Porto Rotondo en Cerdeña. «Éste es un mundo muy reducido y acabas teniendo amigos en todos los puertos», explica José Arcadio. Sin embargo hay barcos de los que desconocen a sus propietarios: «Muchos los mantienen simplemente para que no se pierdan, porque son joyas, y mientras ellos estarán haciendo negocios en Japón. Otros seguro que hasta se desgravan el IVA», bromea Martin. Es el caso del Lucía, una embarcación de 1940 propiedad de un griego pero que patronea Kenny Combs y que se estrena en la regata mallorquina.
La mayoría de estos barcos son caprichos de lujo. Metros de eslora y de historia que siguen los circuitos clásicos o de época además de algunas horas de recreo. Ignacio Cervelló asegura que para él la competición es «lo de menos» frente al espectáculo que ofrecen las embarcaciones. Martin Knights es tajante: «Queda muy bonito decirlo pero la verdad es que aquí van todos a degüello. Nosotros hemos conseguido ser segundos cuatro veces y seguimos queriendo el primer puesto». Algunos como The Blue Peter han conseguido además amortizar la inversión charteando el barco. Otros como el Stormvogel se han convertido en plató hollywoodiense para el rodaje de Calma total protagonizada por Nicole Kidman. Todo vale cuando la cuestión es mantenerse a flote.
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