Guillem Mesquida i Munar, que sería conocido en el tiempo como el Apeles mallorquín, nació el 3 de abril de 1675 dentro de la demarcación parroquial de Sant Miquel, de Palma. Dos días después, recibió el bautismo siéndole impuestos los nombres de Guillem, Miquel, Francesc y Joaquim. Sus padres fueron Francesc, de profesión mercader y su madre, Maria, dedicada al oficio de bordadora.
A los ocho años de edad, sus padres decidieron que entrase en religión, tomado la tonsura, es decir, el primero escalón de la carrera eclesiástica, pero al poco tiempo, abandonó el seminario trasladándose, seguramente bajo el mecenazgo del celebre pintor mallorquín Miquel Danús, a Roma para estudiar pintura, ciudad eterna donde permaneció cinco años y siendo discípulo aventajado de Carlo Marata (1625-1713), pintor italiano dedicado al barroco, cuya parte de sus obras se hallan en algunos principales museos europeos como: el Prado ( Madrid), Ermitage ( San Petersburgo), palacios de Versalles y de algunos de la Casa de Alba, como el de Liria, en Madrid.
En el año 1698, se marcha a Venecia para ampliar sus conocimientos artísticos, recibiendo clases de pintores famosos del momento. Dos años después, pasa a Bolonia donde contrae matrimonio con Isabel Masoni, con la que tendría varios hijos. En esa ciudad de los canales del mar Adriático permanecerá casi tres lustros, y que tendría como alumna la futura y célebre pintora especializada en el rococó Rosalba Salvioni Carriera (1675-1757).
Regresa a su Mallorca natal en el 1710, pero al año siguiente, recibe el nombramiento de pintor de cámara de Maximiliano II Manuel de Baviera ( 1662-1726) , Emperador Electo del Sacro Imperio Romano Germánico, un gran amante y protector de las Bellas Artes, el cual, al fallecer su heredero, Clemente Augusto ( 1700-1761), reafirmó en ese importante cargo a nuestro paisano. Mesquida, durante su residencia en esa capital, actualmente localidad de Alemania, pintó innumerables lienzos y cúpulas, tanto del palacio real como de iglesias e inmuebles de la alta sociedad.
Rico y abrumado por la fama, Guillem Mesquida quiso retirarse, junto a su esposa e hijos, en Palma, donde siguió creando nuevas obras, sobre todo por encargo de las clases nobiliarias y eclesiásticas mallorquinas.
El 27 de noviembre de 1747, a los 72 años de edad, fallece en su domicilio, hoy en día el número seis de la palmesana calle dels Àngels (esquina Ecce Homo-Àngels), en cuya fachada podemos ver una lápida (que muestra la imagen) dando fe de que en esa casa vio su última luz terrenal. Fue sepultado en la capilla de San Antonio, de la iglesia conventual de San Francisco de Asís.
Se calcula, según un dietario llevado por él mismo, Guillem Mesquida i Munar realizó en toda su vida artística, entre retratos, iconografía religiosa, temas florales y cuadros de índoles mitológicos, más de un millar de obras.
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