Con la escolarización generalizada a años luz, las lecturas obligatorias no eran problema para los alumnos en pleno siglo XVII. Sin mochilas con sobrepeso ni beneficios editoriales comenzaban a aparecer, aunque resulte sorprendente, los primeros libros de texto. Entre los que se conservan destaca El tractat del salitre, el primer tratado de química moderna.
Los chinos inventaron la pólvora ya en el siglo IX pero su aplicación fue únicamente para cohetes y fuegos artificiales. Su auge llegó con los árabes que la introdujeron en Europa en la Edad Media; y en el siglo XVII su vinculación a las armas de fuego ya era total: «En aquella época el poder político se conseguía a través de las armas y la Ciencia se dedicó al arte de la guerra», afirma Joan Antoni Mesquida, director del Departamento de Filología Catalana y autor de El Tractat del salitre. Estudi històric i lingüístic d’un text químic del segle XVII.
La enseñanza de la artillería comenzó a desarrollarse en el siglo XVI. Se presume que la Escuela de Artillería de Burgos fue la primera en España pero, aunque se desconoce la fecha exacta de su fundación, muchos artículos afirman que la de Mallorca ya funcionaba en 1529. La proliferación de estos centros motivó la aparición de tratados y obras que se introducían a través de los libros de texto para formar a los alumnos y preparar los exámenes. En Mallorca se conservan dos ejemplos, ambos fechados en 1640, y en los que destaca el Tractat del salitre; modo de fer-lo y refinar-lo publicado, además, en catalán.
«Hasta entonces todos los tratados de artillería partían de la pólvora. El de Mallorca fue el primero en explicar su fabricación y la obtención de uno de sus componentes principales: el salitre o nitrato de potasio», explica Mesquida. Junto a esta característica, el Tractat era el primer texto de Química moderna aparecido en Baleares. En las Islas la actividad científica era aún muy incipiente y, como en el resto del continente, la química vivía su transición entre la alquimia y la ciencia. «Frente a otros textos con una nula relevancia científica, éste ya incorporaba procedimientos y razonamientos modernos», añade el profesor.
En aquella transición científica los grandes químicos de la época eran los médicos y los apotecarios. Sin embargo el objeto principal de experimentación científica en el siglo XVII fueron las sales, lo cual explica el gran interés que despertó el salitre entre la mayoría de científicos.
Sin embargo El Tractat del salitre no era original. El texto hace referencia a que el virrey Alfonso de Cardona i Borja encargó su elaboración para liberar a los alumnos de la consulta de muchos libros creando un tratado que los resumiera. «El Perfecto capitán de Diego de Álava y la Nova scientia de Niccolò Tartaglia son las dos fuentes principales. Pero sí aporta nuevos contenidos relacionados sobre todo con la obtención del salitre», aclara Mesquida.
Aunque poco se sabe sobre la repercusión que tuvo en la época, es una de las obras fundamentales en la historia de la Ciencia en Baleares. Un texto a ensalzar porque otra de sus peculiaridades es el ser anónimo. Un artículo de Ángel Terrón y Miquel Estrades proponía a Vicenç Mut como posible autor, hipótesis que la obra de Mesquida rechaza porque –entre otras causas– sería la única obra de Mut escrita en catalán. El profesor apunta a Miquel Carbonell –polvorista oficial de la Universidad del Reino de Mallorca en aquel tiempo– como mejor candidato. «Fue un encargo y probablemente se le designó a alguien concreto. El estilo y la lengua demuestran que corresponde a una única persona. Sin embargo no es extraño que no esté firmado: entonces las autorías no eran importantes, algo que también ocurría en los textos orientales», afirma. El fin y el principio del misterioso reguero de la pólvora.
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