martes, 28 de abril de 2009

El libro sobre el pecio griego de Cala Sant Vicenç revela que Balears era el puerto de paso en el siglo VI a. C.

Martes 28 de abril de 2009

M. ELENA VALLÉS. PALMA. El volumen impone, tanto por su tamaño como por la altura de los científicos que lo firman. La publicación sobre el pecio griego arcaico de Cala Sant Vicenç, producido al alimón entre el Consell de Mallorca y el Museu d´Arqueologia de Catalunya, en la colección Monografies del CASC (Centre d´Arqueologia Subacuàtica de Catalunya), ofrece "sorpresas científicas" por doquier, en palabras de Xavier Nieto, director del CASC y coautor del libro junto a la arqueóloga Marta Santos.
El libro recoge las conclusiones a las que han llegado un grupo de expertos reconocidos, como Carmen Alfaro, Barbara Ambruster, Markus Eggg, Alicia Perea, Dirce Marzoli, Jeans Glastruo y el mallorquín Ferran Tarongí, tras el análisis de las piezas y la construcción naval del barco, que fue excavado en dos campañas distintas.
La nave es una de las embarcaciones griegas más antiguas halladas en el Mediterráneo y que demuestra claramente cómo sí existían ciertos contactos del mundo griego con las islas. Se sabe que se hundió entre el 620 y el 610 a. C. "Constituye un yacimiento excepcional, pues es el más antiguo encontrado en Balears y el segundo más antiguo de España", explica Nieto. Por otro lado, es uno de los cinco barcos del mundo griegos arcaicos cuya madera está cosida y no cuenta con clavos metálicos.
Santos comenta que se ve claramente que hay un contacto incipiente en Balears con el comercio griego, "pero que no prosperó habida cuenta de que el comercio púnico eclipsó el contacto de los griegos con la isla". El coautor del libor añade que con este libro se demuestra la importancia del papel de Balears en la época, "podemos decir que es el punto intermedio entre dos culturas diferentes: la púnica al sur y la griega en el norte. Podríamos decir que era el puerto de paso entre estas culturas antiguas".
El barco se dedicaba al comercio empórico, de redistribución, pues la embarcación llevaba un cargamento variado, diverso, con mercancías de todo tipo y de distintos lugares del mundo para abastecer a un poblado de lo necesario. En este caso particular, se encontraron en el barco ánforas que se supone que transportaban vino griego, otras con productos ibéricos, cerámicas para comercializar, herramientas de hierro para labores agrícolas, metal en bruto, como el estaño, molinos de piedra y bisutería varia.
Los poblados abastecidos por este barco eran los de la zona de Pollença y Alcúdia.
Tanto el Consell como el Museu d´Arquelogia de Catalunya están estudiando en estos momentos la posibilidad de producir una exposición sobre el hallazgo del barco.

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