jueves, 7 de mayo de 2009

Relojes de sol

Jueves 07 de mayo de 2009

JORGE MARTÍ Brevis sunt dies hominis (cortos son los días del hombre) nos dice la leyenda de un reloj de sol; Brevis sunt, sint utiles (son breves, que sean útiles) replica la leyenda de otro. El mundo de los relojes de sol resulta fascinante, pues cada uno de estos ancestrales objetos con los que el hombre marcó desde no se sabe cuándo las horas del día solar deviene, de alguna forma, una metáfora de la existencia humana y de sus limitaciones. Los relojes de sol funcionan de día y duermen en las horas nocturnas, un sueño que es anticipo de la muerte, como decía Quevedo que era el sueño de los seres humanos. Los relojes de sol persiguen la luz solar como los girasoles y de noche marcan otro tiempo, secreto e invisible, tal vez el tiempo de los muertos, como apuntaba el poeta catalán Pere Rovira en un magnífico poema titulado, precisamente "El rellotge de sol": ..."vaig amb el sol / i m´agrada parar-me cada vespre, / no mesurar la nit de les estrelles, / descansar en la foscor, ser rellotge dels morts".
Mallorca es, por lo visto, con sus 900 relojes de sol catalogados, la región del mundo con más relojes de sol por metro cuadrado. Eso es lo que afirman Miguel Ángel García Arrando, Rafael Soler Gayà y Joan Serra en un artículo publicado ayer en este mismo diario. Miembros de Arca y responsables de su Comissió de Rellotges de Sol, responsables por tanto de su catalogación, han organizado para este fin de semana la 2ª Trobada Gnomònica de Mallorca, en la que participarán aficionados a los relojes de sol de diversos países.
Los relojes de sol forman parte de la decoración exterior de todo tipo de posesiones, casas señoriales y palacetes, tanto de Palma como de los diversos municipios de Mallorca. Sin embargo, para la mayoría de sus visitantes pasan desapercibidos; estamos demasiado ocupados observando otros elementos arquitectónicos. Esta discreción de los relojes de sol forma parte de su encanto, pues en cuanto reparamos en ellos se convierten en señales que nos obligan a pensar en el sentido de la vida humana y en sus límites temporales. Sobre todo si van acompañados de esas leyendas en latín que suelen referirse, no es casual, a la velocidad del tiempo, a la brevedad de la vida, a la hora de la muerte, etc. Citaré algunas más, recopiladas por Rafael Soler Gayà en su libro Diseño y construcción de Relojes de Sol y de Luna: Vulnerat omnes ultima necat (todas hieren, la última mata), Haec ultima multis (Para muchos, ésta es la última) Fac modo quae moriens facta fuisse velis (haz lo que al morir quisieras haber hecho). Son sentencias que señalando las horas, insisten en la fragilidad de la condición humana. Los relojes, cuya función es marcar el tiempo, siempre nos recuerdan los límites de nuestro paso por el mundo. Más aún los relojes de sol, limitados ellos mismos por su naturaleza solar y su mudez nocturna -salvo la excepción, al parecer, de ciertos relojes de luna que marcan el tiempo aprovechando, curiosamente, la luz del astro nocturno. Otras son más vitalistas, Dum licet fruere (Mientras se pueda, goza); algunas juegan con la paradoja, Lucem demostrat umbra (la sombra muestra la luz); incluso las hay reivindicativas, Sol solus non soli (Sólo un sol, no para unos solo). Todo un mundo fascinante.

Fuente
ARCA: Comissió de rellotges de sol