martes, 19 de mayo de 2009

El hombre-pájaro pionero de los cielos mallorquines

Laura Jurado | Palma martes 19/05/2009

aviación
El Blériot XI en el Hipódromo Balear antes de su despegue. | AENA-SON SANT JOAN

Mamet no era un pájaro pero también consiguió volar. No llevaba capa y, que se sepa, tampoco los calzones sobre el pantalón, pero su logro fue digno de un superhéroe. Siete años después del primer vuelo de la Historia –el de los hermanos Wright– el piloto francés recorría España con sus exhibiciones aeronáuticas. Su Blériot XI fue el primer avión en el cielo de Mallorca.

Julien Mamet nació en la ciudad francesa de Bourges. Tras el servicio militar pudo comenzar a trabajar como mecánico, profesión para la que le se había formado años atrás. En 1903 el ingeniero y piloto Louis Blériot le convenció para entrar en el mundo de la aviación y, poco después, se convertía en mecánico de su compañía. Allí comenzaron sus horas de gloria: un avión Blériot era el primero en sobrevolar el Canal de la Mancha. Louis se convertía en héroe y Mamet ganaba 1.000 francos por el logro. Juntos recorrieron media Europa realizando exhibiciones aeronáuticas.

Su regreso a Francia dio un vuelco a su carrera. Se marchó a la ciudad de Pau para instalar una escuela de aviación y, apenas un mes después de obtener el título de piloto, ponía rumbo a España. «A excepción de los 60 segundos que el valenciano Juan Olivert consiguió hacer volar su aeroplano, Julien Mamet fue el primer piloto en España», afirma el historiador Jordi Vidal. Fue el responsable del primer vuelo en Cataluña el 11 de febrero de 1910 y el 23 de marzo en Madrid. En junio viraba su avión hacia Mallorca.

En pleno inicio del turismo la Cámara de Comercio organizó una exposición de productos baleares en 1910. Una gran muestra que iría acompañada de una Semana Deportiva con un número estrella la presentación del primer aeroplano en la Isla: el Blériot XI de Julien Mamet. El aparato estaba más cerca de la alfombra voladora de Aladdín que de un avión actual: un monoplano de madera lleno de alambres y tornillos, más de ocho metros de largo y cuyo tren de aterrizaje eran dos ruedas de bicicleta y otra pequeña en la parte posterior.

Mamet llegó en barco desde Barcelona con el avión desmontado. La gran cita era el 28 de junio en el Hipódromo Balear situado en la posesión de Son Macià cerca de Pont d’Inca. Eran las seis y media de la tarde cuando el francés subía a su aparato y el mecánico daba impulso a la hélice. El motor en marcha, las ruedas avanzando por la pista y el avión comienza a alzarse sobre el suelo. «Toma mayor altura en busca de capas de aire menos agitadas y logra, majestuosamente, dar la vuelta dirigiéndose veloz hacia el hipódromo; vira otra vez veloz y como una saeta desciende frente al grupo de invitados», relataba el diario La Almudaina.

Al día siguiente, cuando estaba previsto el segundo vuelo, el público abarrotaba Son Macià. La gente estalló en aplausos cuando Mamet se elevó en el cielo, pero el vuelo no corrió la misma suerte. El aparato desapareció entre los árboles: el avión sufría graves desperfectos mientras que el piloto salía sólo con algunos rasguños. «Un calentamiento de motor le había restado la fuerza necesaria al aparato, lo que hizo que la cola del avión rozara la copa de los árboles y provocara la posterior caída contra el suelo», explica Luis Utrilla en Las puertas del cielo. Historia de los aeropuertos de la isla de Mallorca.

«Probablemente aquel pequeño accidente hizo que el vuelo de Mamet se entendiera como un fracaso», explica Vidal. El francés suspendió su último vuelo en la exposición y, aunque Utrilla recoge que prometió volver, nunca más voló sobre Mallorca. Habría que esperar hasta 1916 para ver un nuevo aeroplano en la Isla: el Monocoque de Salvador Hedilla con el que llegó desde Barcelona. «Su vuelo tuvo mucha mayor repercusión, era el primero que cubría un trayecto y no se limitaba a una exhibición. Sin embargo, el honor de ser el primer piloto en Mallorca fue de Julien Mamet», añade el historiador.

El piloto regresó a Francia y continuó vinculado siempre a la aviación: al estallar la Primera Guerra Mundial fue reclutado para implantar escuelas de pilotos y durante años se dedicó a batir récords de velocidad con su avión. Otra de sus facetas fue la de inventor ya que creó un sistema de lanzamiento de granadas desde una torreta situada en el aeroplano. A poco más de un año del centenario alguien debería homenajear al primer hombre-pájaro de Mallorca. Un héroe que pasó su vida entre las nubes.

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