domingo, 27 de diciembre de 2009

Un siglo del primer avión en Mallorca

El 28 de junio de 1910 voló por primera vez en la isla un aeroplano, que despegó de la finca de Son Macià, Marratxí
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Imagen histórica del primer avión que voló en Mallorca, con las autoridades posando junto al aparato. Foto: Fundación Aeronáutica Mallorquina

MARIO MORALES. PALMA. Han pasado más de cien años desde que los hermanos Wright hicieran volar el primer avión. En 1903, estos dos mecánicos americanos consiguieron que un aparato más pesado que el aire remontara el vuelo durante unos segundos, los suficientes para demostrar que era posible hacer lo que el ser humano había ambicionado durante siglos.
En Mallorca, las novedades sobre el progreso de la aviación se seguían con avidez. La Almudaina, rotativo antecesor de DIARIO de MALLORCA, publicaba todas las noticias que se iban produciendo, y aunque en esas épocas la técnica no evolucionaba con la rapidez de hoy en día, apenas siete años después de la hazaña de los Wright, un avión llegó a la isla y realizó algunos vuelos de prueba.
El año próximo se cumplirán cien años de la llegada de aquel primer aeroplano, que hizo su primer vuelo el 28 de junio de 1910. Fue todo un acontecimiento social, porque los mallorquines estaban también maravillados por esta increíble novedad, poder volar a bordo de una máquina, aunque sólo los más intrépidos se atrevían a lanzarse a esta aventura.
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Preparativos para el despegue del primer vuelo

La Fundación Aeronáutica Mallorquina recopiló todo el material disponible sobre aquel hecho histórico, y su presidente Miquel Buades relató que ese verano de 1910 tenía que celebrarse una exposición de productos de Balears y se aprovechó la iniciativa para organizar una "Semana Deportiva", que incluía como plato más fuerte la presencia de un avión, y la posibilidad de verlo volar.
El Fomento del Turismo de Mallorca fue el organismo encargado de la puesta a punto. Hacía sólo cinco años que se había creado y las iniciativas del Fomento estaban en plena efervescencia. El 7 de junio, la junta directiva acordó el programa definitivo de la Semana Deportiva y se contrató a un aviador famoso, Julien Mamet, para que se desplazara a Mallorca e hiciera algunas piruetas en el aire con su monoplano. El aparato era del tipo Bleriot, porque así se llamaba su constructor. Mamet pertenecía además a la escuela francesa de pilotos de Louis Bleriot, la más renombrada de la época.
Mamet se desplazó a la isla para comprobar el sitio donde debía despegar. La zona elegida era Son Macià, en Marratxí, situada frente al hipermercado de Alcampo y cruzando la autopista. A Mamet el lugar no le gustó porque había muchos árboles pero finalmente accedió. El 13 de junio se entrevistó con el gobernador civil para ultimar algunos detalles sobre asuntos de seguridad. También conversó con el director de los ferrocarriles porque se pensó en mover trenes especiales desde la part forana, para que mucha gente tuviera la oportunidad de ver estos nuevos artilugios mecánicos.
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El ´Bleriot´ despega ante la mirada expectante de la muchedumbre

Días más tarde, el 28 de junio, Mamet trae su avión Bleriot a Mallorca, a bordo del buque Jaime I, que cubría la ruta Barcelona-Palma. El aeroplano estaba desmontado y así se trasladó a bordo de carros hasta el hipódromo de Son Macià, situado junto a las actuales vías del tren Palma-Inca.
Ese mismo día realizó dos vuelos para probar la máquina y para satisfacer a las autoridades, la prensa y los invitados que estaban ansiosos por verle despegar del suelo. Una primera salida fue de pocos metros de altura. La segunda resultó más espectacular, ya que tomó altura, pasó por delante de la tribuna donde estaban situados los asistentes y se dirigió hacia el Pont d´Inca. Según los periodistas que cubrieron el acto, el fuerte viento le impedía girar para iniciar el regreso al hipódromo. Debió subir a mayor altura para buscar una atmósfera más estable, y así, pudo maniobrar el aparato y emprender el regreso al punto de partida.

El día señalado

Los vuelos realizados el 28 de junio eran el preludio del gran acontecimiento del día siguiente. El Bleriot de Mamet estaba a punto así que se esperaba un buen espectáculo.
Los mallorquines respondieron con creces a la convocatoria. Ese día no había coches suficientes para transportar a toda la gente que quería ir a Son Macià. Según comentaba Miquel Buades, los palmesanos iban hacia el hipódromo en carros, bicicletas, caballos e incluso a pie. También partieron los trenes especiales, uno desde Inca a las 14,15 horas, y dos desde Palma a las cuatro y a las cinco de la tarde. Se debió ampliar la cifra de vagones porque los que se habían puesto iban atestados.
El hipódromo lucía como nunca, con una gran muchedumbre que lo abarrotaba, e incluso muchos se subían a los árboles para ver mejor el espectáculo, y de paso, para no pagar la entrada. Y así, sobre las seis de la tarde comenzó el vuelo, tomando la misma ruta del día anterior. Recorrió 10 o 12 kilómetros en siete minutos, a una altura de un centenar de metros.
Sin embargo, en una de las maniobras, rozó la copa de un árbol y se rompió uno de los alambres del timón, lo que obligó a Mamet a realizar el primer aterrizaje de emergencia de la historia de Mallorca. El avión se dio de morros contra el suelo, y aunque no produjo heridos, la hélice quedó destrozada, como muestran las fotos publicadas por La Almudaina y reproducidas en esta página.
No era posible reparar la hélice por lo que al día siguiente, Julien Mamet y sus mecánicos regresaron a Barcelona. El piloto, sabiendo que había despertado una gran expectación en Mallorca, y que no había logrado satisfacer completamente a los insulares, envió una carta a los diarios palmesanos en la que pedía disculpas por lo sucedido, y dando las explicaciones técnicas del caso.

Miquel Buades (junto a un histórico DC3) organiza los actos de festejo del centenario de la aviación en la isla

Mamet prometió regresar con aviones de nuevo diseño y gran potencia "con el que haré evoluciones desconocidas hasta hoy", y además, llevaría a bordo a "una señora y después al pasajero que lo desee".
Así se inició la aventura de la aviación en Mallorca, que continuó con el aeródromo de Son Bonet y culminó con la creación del gran aeropuerto de Son Sant Joan, por donde pasan hasta 1.000 vuelos diarios durante el verano.

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