Preparaba su tesis cuando Pedro Agustín Robledo, investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) encontró los restos de una antigua cueva, cuyos espeleotemas, o depósitos minerales, han registrado los cambios en el clima durante los últimos cinco millones de años.
Los datos grabados en las rocas, ahora en proceso de análisis, no sólo pueden ayudar a conocer el impacto que tuvo el clima en antiguas civilizaciones mediterráneas, sino que quizás oculten virus y bacterias fosilizadas que hoy puede que ya no existan.
El yacimiento, en un acantilado del este de la costa de Mallorca, y bautizado como CRONOS 1, fue en su día explotado por los canteros de la zona, que desecharon finalmente la falsa ágata de sus piedras y dejaron al aire la formación geológica. Hoy se cree que es la que tiene los mejores registros climáticos continuos del mundo desde el Pleistoceno Superior.
Robledo, aún desde Mallorca, explica cómo la cueva fue recogiendo en sus sedimentos las variaciones en el nivel del mar y las aguas freáticas. Por ejemplo, el periodo frío y seco que afectó al planeta hace 10.000 años, un momento en que antiguas civilizaciones, como las mesopotámicas, poblaban el Mare Nostrum.
"Estudiar estos periodos secos es importante porque están asociados a sequías y olas de calor, y por tanto la disponibilidad de agua dulce", argumenta el geólogo. Por ello, para tener dataciones más precisas están colaborando con varias universidades americanas que realizan los análisis isotópicos que relacionen estos eventos climáticos con los aconteceres históricos.
Robledo comenta que, gracias a este yacimiento, podrían tenerse más datos de la desaparición de asentamientos agrícolas mesopotámicos cuando las condiciones del entorno cambiaron y hubo sequías de duraron hasta 200 años, algo que ocurrió en torno al año 7.500 a. de C. e hizo que aquellos pueblos se desplazaran hacia las llanuras del Tigris y el Éufrates.
Otra segunda vía de investigación es la de los virus y bacterias que están cristalizadas en el interior de la calcita de la antigua cueva. "Si cristalizan, se queda impoluto el núcleo de estos microorganismos. Ya hemos encontrado algunas muestras de ellos en otros lugares y son de hace millones de años, así que aquí también es muy posible que los haya. Si es así, incluso quizás se pueda recuperar su ADN o su ARN", asegura Pedro A. Robledo.
Dada la importancia de la formación CRONOS 1, y su cercanía a varias urbanizaciones de la costa, el IGME ha propuesto que sea declarado como un Lugar de Interés Geológico por parte del Gobierno balear para favorecer su protección. "Su estudio va a ser muy interesante a nivel mundial, por lo que no podemos permitir que sea destruida", concluye Robledo.
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