martes, 16 de junio de 2009

El hombre que escribió la Historia de las Islas con una calculadora

Laura Jurado | Palma lunes 15/06/2009

Académicos
Socios de la Real Academia de Medicina de Palma. | Real Academia de Medicina de Baleares

Ni los periódicos ni la política se entienden ya sin las encuestas. «La moderna ciencia de gobernar descansa hoy sobre la estadística», predijo Fajarnés Tur a finales del siglo XIX. En la lenta pero progresiva evolución de las Ciencias Sociales en España pocos habían vuelto sus ojos a las matemáticas. El ibicenco fue uno de los primeros en aplicar la objetividad de los números.

Se licenció en Medicina y Cirugía en Barcelona pero apenas ejerció dos años como forense entre Ibiza y Palma. Poco tiempo pero el suficiente para conocer el estado deplorable de la sanidad en el archipiélago: las autopsias se practicaban al aire libre y la polémica por la falta de unas condiciones mínimas en el hospital de su isla natal acababa por provocar su cierre.

En 1881 Enric Fajarnés Tur ingresaba en el cuerpo de Correos y, aunque compatibilizó ambas actividades durante un tiempo, en 1886 decidió no volver a ejercer como médico. «Su familia era de clase alta así que no necesitaba asegurarse una posición económica, pero Correos le permitió viajar. Orientó su faceta científica a la investigación y gracias a su profesión entró en contacto con instituciones de toda Europa», afirma el director del Centre de Professorat d’Eivissa y coautor –junto a Joana Maria Pujades– de Enric Fajarnés Tur. Entre la història i la demografia, Ernest Prats.

El conocimiento matemático de la población era su principal objetivo. En lugar de evaluar el estado sanitario lo presentaba en forma numérica. La estadística y la demografía –que él consideraba una parte de la primera– eran sus armas. «Era la primera vez que se estudiaba la población desde un método científico. Cuantificó los fallecimientos según su causa y la natalidad», explica Prats. Sus fuentes de datos eran censos y padrones que registraban algunas características demográficas y epidemiológicas de la población balear. Una finalidad que la medicina del siglo XIX perseguía y que en España se materializó con el Boletín Mensual de Estadística Sanitaria de la Península e Islas Adyacentes de 1879.

Los defectos físicos de la población de Menorca, las muertes violentas por accidente en Mallorca o los matrimonios consanguíneos en la población ebusitana centraron algunos de los estudios demográficos de Fajarnés. Dentro de la epidemiología investigó el paludismo, el sarampión, la tisis y la ceguera entre otras enfermedades. Junto a sus estadísticas intentó encontrar las causas de las epidemias y las fluctuaciones de población así como hacer innovadoras propuestas teóricas. «Ya en el siglo XIX explicó la necesidad de controlar la fecundidad en un momento en el que se disparó la natalidad y las familias no podían mantener a sus hijos. Al propio Fajarnés se le murieron tres. Por otro lado analizó las consecuencias económicas de las enfermedades como las bajas laborales», añade Prats.

La Revista Balear de Ciencias Médicas acogió muchos de los artículos de Fajarnés sin llegar a conseguir gran repercusión. «Las revistas en las que escribía tenían una divulgación escasa y los libros que publicaba eran sólo para regalar. Muchos de sus métodos siguen siendo factibles hoy en día pero entonces no consiguió crear escuela». Su muerte fue también la de su obra. Ni discípulos ni seguidores. Tuvieron que pasar casi cuarenta años desde su muerte para que en un congreso de Medicina en 1970 se presentara una primera bibliografía con 1.000 títulos suyos referenciados. Una elipsis temporal sin importancia para el demógrafo ibicenco porque se reducía –sólo y como todo– a números.

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