En cuarenta años la Isla del Rey pasó de un proyecto de Parador Nacional digno de protagonizar el No-Do a unas ruinas objetivo del equipo de investigación de Cuarto Milenio. Su aislamiento no fue suficiente para evitar el expolio que arrasó, incluso, con las vigas del edificio. Hubo que esperar hasta 2004 para ver la resurrección del hospital.
Algo de premonitorio tuvo la conquista de Menorca a los musulmanes en el siglo XIII cuando, para esperar al resto de su escuadra, Alfonso III hizo escala en aquel islote mahonés. Su visita terminaría por bautizarlo como Isla del Rey y sería una muestra de su posición estratégica para la Marina. Los ingleses fueron conscientes de ello y en 1711 el almirante Jennings ordenó la construcción de un hospital. «Fue el primero de Menorca y diseñado por el mismo arquitecto de los de Chelsea y Greenwich aunque destinado a las escuadras que recalaran en Mahón», explica el presidente de la Asociación de Amigos de la Isla del Hospital y ex jefe del Estado Mayor del Ejército, Luis Alejandre.
Aquel primer centro tenía una única planta y camas para 400 pacientes, más del doble de la actual capacidad del Mateu Orfila aunque, como detalla Alejandre, «por entonces no había ningún tipo de medicina primaria y la mayoría de los casos eran derivados al hospital». Fue con la segunda dominación inglesa –con la francesa de por medio– cuando las obras de ampliación de 1773 elevaron a 1.200 el número de camas. «El hospital fue una puerta de entrada a una medicina más avanzada y científica de la Escuela de Edimburgo lejos de las supersticiones de la española», añade.
Pese a que funcionaría aún durante dos siglos más, con la Guerra de la Independencia comenzaron los problemas para el hospital. La falta de recursos económicos del Estado hizo que se dejara de atender el centro y, aunque se consiguió evitar la venta del edificio, se destinó al cobijo de ganado al tiempo que se alquilaban los terrenos del islote como pasto.
En 1821 fue habilitado como lazareto para los enfermos de fiebre amarilla. «El gran enemigo eran los contagios, por eso se destacaba la ventilación y el aislamiento del hospital de la Isla», afirma Alejandre. Sin embargo un accidente durante unas prácticas de tiro en la Batería de Llucalari en 1953 probó su ineficiencia: «Demostró lo penoso que era el traslado en barco al centro aunque ya existiera una lancha motora. Eso precipitó su cierre». Diez años después comenzó el traslado de varias secciones al nuevo Hospital Municipal inaugurado el 23 de junio de 1964.
A su clausura siguieron cuarenta años de expolio y abandono: zonas sin techo ni muros, paredes repletas de graffitis, habitaciones sin vigas y la desaparición del sistema eléctrico tras el robo de los cables de cobre. En 1960 Franco había visitado la Isla del Rey para sugerir la construcción de un Parador Nacional con piscina y hasta puerto deportivo. También la empresa americana Fractal proyectó en el año 2000 un hotel de lujo que diseñaría el arquitecto japonés Kisho Kurokawa. Ninguna de las iniciativas salió adelante.
«Era muy difícil que la iniciativa privada funcionara con la Isla porque sus propietarios son diversas administraciones: 20 metros corresponden a la Demarcación de Costas, otra parte al Ministerio de Cultura y el muelle al Ayuntamiento de Es Castell», detalla Alejandre. Con los años, muchos se alegran de que el fracaso de los sucesivos proyectos garantizara su propiedad pública. En 2004 la Asociación de Amigos de la Isla del Hospital comenzó la reconstrucción del centro recuperando instrumental del siglo XIX e intentando convertirlo en lugar de visitas. El skyline menorquín recupera su forma.
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